Clara Gómez González, conocida como la testigo Julia en el caso de la masacre de Tlatlaya y madre de Érika, la adolescente que murió a manos del Ejército, decidió presentarse «por primera y última vez» ante los medios de comunicación para desmentir las versiones de funcionarios federales en el sentido de que habría recibido una cantidad millonaria por concepto de indemnización.
«He roto el silencio con la frente en alto. Ya no soy la misma y voy a ir con todo y a lo que venga», estableció esta maestra rural. Señaló que ya no tiene miedo de hablar de los atropellos de los elementos militares, y demandó justicia «porque lo que le hicieron a mi hija no tiene perdón de Dios».