En los hechos, se perfila la carta de naturalización del magisterio como el villano favorito de la crisis en el sistema educativo. Y ese terreno tendrá que ser abordado por la CNTE de forma más sistemática y consistente, junto a las movilizaciones. No se puede desestimar que se está colocando en amplios sectores sociales la deslegitimación de su protesta y de su función.
El escenario de la decisión de la SCJN, la realización de evaluaciones de última hora y casi a escondidas en Oaxaca y Michoacán, el intento de modificar el marco de la descentralización educativa con la petición al Congreso de legislar para definir quién es el patrón sustituto de los maestros en los estados, el activismo de la iniciativa privada mediante Mexicanos Primero, son piezas fuertes que reposicionan al peñanietismo. Desde la titularidad de la SEP se denuncian las corruptelas que los gobiernos del propio PRI impulsaron en contubernio con el SNTE por varias décadas y que le han sido funcionales. Incluso su combate motivó la creación de la CNTE. Y, como paradoja, hoy todo ello se atribuye a la propia CNTE y se clama por la criminalización de sus liderazgos, mientras el SNTE se mantiene con más pena que gloria organizando servicios electorales y en el disfrute de sus privilegios malhabidos.
Si se consolida el avance contra el magisterio democrático el gobierno cobrará nuevos bríos contra otros sectores que serán afectados con la aplicación de las otras reformas estructurales ya aprobadas. Era impensable que un secretario de Defensa saliera a impulsar la reforma educativa. Esa es la medida y el color del mensaje. (La Jornada)