Hace 10 meses, Nadia Gómez Moraga, de 32 años, presumía una piel blanca y lozana. Ahora, la mayor parte de su cuerpo, excepto el rostro, está repleto de manchas negras, producto de una erupción cutánea que inició un mes después del derrame de 40 mil metros cúbicos de ácido sulfúrico de la mina Buenavista del Cobre de Grupo México, en los ríos Sonora y Bacanuchi.
Nadia vive a sólo 25 kilómetros de la capital de Sonora: Hermosillo y a 50 metros del cauce por donde corre el agua contaminada de la presa Rodolfo Félix Valdés “El Molinito”, una de las principales proveedoras de agua para la ciudad. La presa tiene meses cerrada, desde que ocurrió el derrame, el 6 de agosto de 2014, debido a que estudios realizados por expertos informaron a Grupo México, que sería ahí, en “El Molinito”, en donde desembocarían todos los contaminantes tóxicos derramados cuando llegaran las lluvias. Nadia, su esposo, sus tres hijos y cientos de habitantes de los ejidos aledaños, siguieron bebiendo y utilizando el agua de los pozos que se surten del afluente que corre desde hace tres meses, por la filtración del líquido retenido en la presa. (Sin Embargo)