Recientemente un grupo de adolescentes en Chihuahua (dos niñas de 13, dos niños de 15 y uno de 12) mataron a un niño de seis años. La opinión pública de inmediato se horrorizó, pidió castigo para esos niños “crueles, despiadados, asesinos”.
La Red por los derechos de la infancia (REDIM) ha dicho que los miles de homicidios, personas desaparecidas y crímenes impunes no han tenido una explicación oficial para los 40 millones de niñas niños y adolescentes en el país. Cada familia y comunidad ha buscado darles respuestas (u ocultarles la realidad) sin éxito. Pensar en ayudar a las y los adolescentes que mataron al pequeño, no implica olvidar el dolor de la madre de Cristopher, significa intentar detener el ciclo de violencia y re victimización que sólo profundiza el problema y no lo enfrenta ni resuelve.
Estamos frente al fenómeno de la normalización de las violencias y la crueldad como una forma de entretenimiento pornográfico; la violencia como escenario y actor. No solamente esas niñas y niños carecen de la noción del valor de la vida humana, quienes piden pena de muerte para ellas y ellos piensan como aniquiladores vengativos. Gran parte de la sociedad mexicana está contagiada de ira y deseo de venganza, ante la impunidad rampante exigen más violencia. Pero la única salida realista es la educación para la paz, urge invertir en ella recursos materiales y humanos, hacer a las niñas y niños partícipes del juego de la paz, de una nueva forma de ver el mundo. (Aristegui Noticias)