La vida controversial de Rigoberta Menchú ha llegado a niveles insospechados. Conocíamos las mentiras sobre su biografía autorizada convertida en libro, conocíamos su interés monetario allí donde va, pero no sabíamos que era capaz de llegar tan bajo en un país que siempre le ha demostrado respeto y cariño.
Rigoberta, llega a México como promotora del voto y la democracia o tal vez, como observadora electoral. No está claro. Pero llega en un momento delicado, justo cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) presidido por Lorenzo Córdova vive momentos críticos precisamente por su racismo contra los indígenas.
¿Qué independencia del Estado puede tener una observadora electoral y promotora del voto a quien el propio Estado le paga 10 mil dólares? Su misión quedo de manifiesto cuando Menchú acudió a Guerrero para, entre otras cosas, intentar convencer a los padres de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa a no boicotearan las elecciones. En lugar de solidarizarse con los padres de los normalistas, la guatemalteca se concretó a pedir “prudencia” a las víctimas de la violencia en ese estado que rechazan la celebración de los comicios por no haber condiciones óptimas.
No fue la única metida de pata de la señora Menchú. Además de la conferencia magistral pagada por el INE en Guerrero, también estuvo en Veracruz donde dijo, según consignaron los medios de comunicación, que ese estado gobernado por el mayor depredador de la prensa, Javier Duarte, es ejemplo en materia de derechos humanos. (Sin Embargo)