A Ahmad una inminente sentencia de muerte lo orilló a viajar a México en búsqueda de protección. Arribó el 24 de febrero al Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México y durante la revisión migratoria entregó al personal del Instituto Nacional de Migración (INM) la documentación requerida para su legal ingreso a territorio nacional -entre estos documentos se encontraba su visa vigente y válidamente expedida por el gobierno mexicano-. Sin explicación alguna, el personal de migración rechazó su entrada y le pidió abordar el siguiente avión de regreso a su país de origen. Ahmad se negó a abordar y explicó al personal del INM que de ninguna manera podría regresar debido a que se encontraba en grave peligro en su país.
En el marco del ordenamiento jurídico mexicano, dicha explicación es suficiente para que la autoridad migratoria lo pusiera automáticamente en contacto con la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y ésta institución le iniciara el procedimiento administrativo del reconocimiento de la calidad de refugiado.[3] Sin embargo, la realidad fue otra. Fue detenido durante dos días en las instalaciones del Aeropuerto Internacional y, posteriormente, llevado a la Estación Migratoria de Iztapalapa “Las Agujas” en el Distrito Federal -donde hasta la fecha se encuentra detenido-.
Las condiciones de detención y las arbitrariedades cometidas por el INM son un tema invisible. En escasas ocasiones las personas extranjeras que se encuentran en estaciones migratorias cuentan con el apoyo o la asesoría legal para denunciar las violaciones a los derechos humanos de las que son víctimas. Esta invisibilización es parte del círculo vicioso que mantiene en impunidad los atropellos de las autoridades migratorias y asegura que la persona solicitante de asilo permanezca en extrema situación de vulnerabilidad, siempre al arbitrio de la autoridad migratoria. (Animal Político)