Tenemos un presidente que no da entrevistas a periodistas críticos. Que está acostumbrado a ser protegido por su aparato de comunicación social. El habitante de Los Pinos prefiere hablarle a empresarios de los medios de comunicación, con ellos el protocolo y los acuerdos son satisfactorios para ambas partes. Es un presidente que se rehúsa a debatir a campo abierto.
Ante los empresarios miembros del Consejo de la Comunicación A.C el presidente se sintió cómodo al hablar sobre México como un país de libertades en donde se ejerce plenamente la libertad de prensa “…la comunicación que se ejerce en el país se sustenta en la libertad de expresión y el derecho a la información. La libre manifestación de ideas es una conquista de nuestro país social e irrenunciable, que hoy forma parte de la normalidad democrática…”.
¿Cómo un presidente que no habla con la prensa, que no repara en que su administración 6 periodistas han sido asesinados puede emitir un discurso en dónde señale las fortalezas de la prensa en nuestra democracia? No es que no queramos ver las buenas noticias. Simplemente nos ocupamos de aquellas noticias (para el gobierno malas) que son lacerantes para cualquier país con aspiraciones democráticas. ¿Se imaginan que en España haya 82 periodistas asesinados? ¿qué haría la sociedad, los medios y el jefe de estado? Seguramente no se hablaría de una “democracia a medias”.
Mientras terminaba este texto se conoció el homicidio de otro comunicador: Abel Martínez Raymundo, director de la radio comunitaria Sentimiento de la Voz del Pueblo 96.1, en el municipio de Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca. Por lo tanto, nuestra “parcial libertad” nos arroja el escalofriante dato que durante el gobierno de Enrique Peña Nieto van 11 periodistas asesinados. Vaya libertad. (Sin Embargo)