La violencia contra la prensa es sistemática y, también, generalizada, siguiendo con la tendencia de otras violaciones graves.
En una encuesta de Reforma, se anunció un dato que debe de preocuparnos mucho. La encuesta también indica que hay una percepción ciudadana creciente de que en el país se tiene menos libertad de expresión. El porcentaje que opina que hay mucha o algo de libertad de expresión ha bajado de 72 por ciento al inicio del sexenio de Fox, a 45 por ciento actualmente. El autoritarismo se acompaña del miedo y del silencio. Imposible tener una democracia cuando la percepción de un derecho fundamental –para la misma democracia- como la libertad de expresión baja tan dramáticamente en los últimos años.
El tener menos libertad de expresión es un síntoma inequívoco del avance del autoritarismo. La violencia contra voces disidentes está ampliamente registrada. Lo que requiere mayor análisis es cómo, ante graves crisis de derechos humanos, el país se mantiene en su mismo curso. El papel de los medios de comunicación juegan un papel fundamental para la reproducción de un discurso oficial que claramente niega la realidad, y, por ende, no tiene una voluntad política para revertir la realidad. El brazo ejecutor de la omisión de temas de primer orden y de interés público son un amplio sector de los medios tradicionales de comunicación. No se podría mantener el status quo sin la permanente coordinación entre los medios y el gobierno federal. Solo así se puede explicar que no sea nota de ocho columnas y en los principales noticieros el informe del Relator contra la Tortura de la ONU. La nota, más bien, fue la violenta y desmedida respuesta de la Cancillería. Cambiar la realidad tendrá que ir acompañado de lograr romper el cerco informativo. (Sin Embargo)