* Con la mesa “Justicia” inician la conmemoración de su aniversario.
México, DF, 20 de febrero de 2015. La justicia no sucede solamente en los tribunales, “se hace también en las calles”, señaló Pavel Ramírez, de H.I.J.O.S. México, al inicio de la celebración del aniversario 15 del grupo de familiares de desaparecidos a manos del Estado a partir de la década de los sesenta.
Y en la mesa de discusión llamada “Justicia”, la primera de tres con las que H.I.J.O.S. celebrará sus tres lustros ya de búsqueda, denuncia y construcción de memoria, los participantes reconocieron los aportes de estos jóvenes a la lucha contra la impunidad. “Pese a todo”, señaló el joven Pavel, hijo de Rafael Ramírez Duarte, integrante de la Liga Comunista 23 de Septiembre desaparecido por el Ejército en 1977, “quizá somos nosotros quienes más creemos en la justicia”.
Ximena Antillón, integrante de Fundar, reconoció que la labor de estos jóvenes “nos abrió la perspectiva de lo que es la búsqueda de justicia”. La investigadora narro cómo ha aprendido, en su trabajo con familiares de desaparecidos, que la justicia es más que una sentencia a cárcel, que también puede ser revictimizante. “Justicia, para la madre de unos desaparecidos, puede ser que le entreguen a sus familiares, que se borre el sufrimiento y que no le vuelva a pasar los mismo a nadie”, relató. Reafirmar la dignidad de las víctimas, sostuvo, sí es una forma de hacer justicia.
El periodista José Reveles dibujó, en su participación, un México actual en el que las desapariciones pueden ser muchísimas más que las 23 mil que reconoce el gobierno en su “baile de cifras”, pues existe una cifra negra en cuanto a falta de denuncia en nuestro país. “Nos quieren hacer creer responsables son únicamente delincuentes, en todo caso lo son pero los que tienen sueldo”, remató.
Santiago Aguirre, subdirector del Centro Prodh, hizo un recuento de las herramientas con las que cuenta la sociedad para enfrentarse a los poderes que quieren perpetuar la impunidad. Entre ellas están la dignidad de sobrevivientes de quienes directamente lo han vivido y conforman movimientos sociales de lo más potentes, “y nos enseñan a entender desde otra lógica”; además, crear instancias de derechos humanos que acompañen las causas, construir redes, recurrir a mecanismos internacionales de monitoreo y, sobre todo, luchar en las calles para generar una cultura que dispute hegemonía a la cultura de la muerte y el olvido.
“No hay una respuesta de antemano a esta disputa. No estamos condenados a que haya impunidad”, insistió.