* Familiares y defensores esperan admisión del caso ante la CIDH, a 9 años de ocurrida la explosión.
México, DF, 20 de febrero de 2015. Por nueve años, las familias de los mineros del carbón muertos en Pasta de Conchos, propiedad del Grupo México, han desfilado por todo tipo de oficinas y dependencias para pedir el rescate de los 63 cuerpos. Por nueve años, han visto las puertas cerrarse. Y cuando finalmente consiguieron que la Procuraduría General de la República solicitara una orden para entrar a la mina coahuilense, el Poder Judicial la negó. “Tal postura nos comprueba que en México no encontraremos la justicia”, advirtió la Organización Familia Pasta de Conchos.
Sin embargo, ratificaron, no permitirán que se cierre el caso, pues “los muertos son nuestros, no de la mina ni del gobierno”, puntualizó una de las madres. Ahora, señalaron frente a las oficinas del poderoso Grupo México, reunidos con decenas de personas que acudieron al memorial ecuménico del aniversario de la tragedia, esperan que la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos admita el caso.
En un templete rodeado por trozos de carbón, nueve cruces de cal y pañuelos bordados que recuerdan los accidentes industriales de la zona –una de las más pobres de Coahuila, pero que aporta el 10 por ciento del carbón usado en México, extraído por los obreros en minas de arrastre o en los malamente famosos “pocitos”-, familiares y acompañantes escucharon el recuento de casi una década de lucha porque las autoridades rescaten los cuerpos de sus familiares.
Las voces recordaron que en más de cien años de minería en la zona, no ha habido ni un solo rescatista muerto en los centenares de accidentes industriales, para refutar la afirmación oficial que ha sostenido que es riesgoso entrar a la mina. Los pañuelos aportan datos de ocasiones en que se rescataron hasta 152 cuerpos, muchos años antes de la explosión de la mina 8 Pasta de Conchos; las fechas se remontan a 1902. “Grupo México ha matado a más de 402 mineros tan sólo en nuestra región”, acusó Lázaro Delgado.
Estefanía Muñoz, hija del fallecido Jorge Vladimir Muñoz, recordó las malas condiciones en que trabajaban los mineros, con el conocimiento de los empresarios de Grupo México –empeñados en hacer de esta mina de arrastre una mina subterránea-, de los funcionarios de la Secretaría del Trabajo, en ese entonces encabezada por Javier Alarcón, de las empresas tercerizadoras y del sindicato minero. Madres, primeros, hermanos e hijos detallaron cómo cada administración federal (ya van tres) ha intentado cerrar el caso y dejar a los mineros bajo tierra; también hicieron un recuento de cómo han rechazado estos intentos, con recursos legales o con el propio cuerpo.
Padres de los 43 normalistas de Ayotzinapa, presentes en el memorial, encontraron coincidencias en los retrasos y engaños oficiales, y en la voluntad de no permitir que los casos caigan en el olvido.
A la Familia Pasta de Conchos se han unido también víctimas de otras explosiones, y la demanda de las organizaciones, además del rescate de los cuerpos, es al derecho a vivir en un ambiente sano, lo que también es impedido por la actividad minera.
“El carbón no está por encima de nosotros, como nos dijo una vez un funcionario”, rechazó una de las madres. Su lucha, finalizó, es para honrar a los muertos, y para proteger a los que aún están vivos.