Está claro que la impunidad crece con el silencio cómplice y coberturas parciales de un gran número de la prensa escrita. Al unísono, la desinformación provocada por el silencio de voces como la de Moisés se va afianzando para el goce de los perpetradores. Mientras a la sociedad no le importe que maten a su prensa. Mientras a la misma prensa no le importe que están matando a sus colegas (por más que haya una diferencia entre el periodista-celebridad de la capital con el periodista local de Medellín de Bravo) la impunidad seguirá ensanchándose. (Sin Embargo)