Guerrero sigue en llamas. Igual ocurrió en el Estado de México con la masacre de Tlatlaya, en donde militares ejecutaron a supuestos narcotraficantes que ya se habían entregado; o en Michoacán, en donde el crimen organizado se apoderó del estado; o San Fernando, Tamaulipas, en donde por lo menos 193 migrantes fueron secuestrados y ejecutados; o en Hermosillo, Sonora, en donde murieron calcinados 49 niños de la Guardería ABC.
Por desgracia para México, la descomposición social no acaba ahí: hay otros estados de la República que están igual o peor en cuanto a inseguridad e impunidad se refiere. La incógnita es cuál será el próximo poblado en donde se prenda la mecha, porque todo apunta a que veremos más estallidos sociales. Contralínea/Miguel Badillo