Ángel Colón, migrante garífuna, salió de Honduras en 2009 para llegar a Estados Unidos y encontrar un trabajo con el cual pagar el tratamiento médico de su hijo gravemente enfermo. El 9 de marzo de 2009 fue detenido en Tijuana por agentes de la policía mexicana. Durante su detención, Ángel Colón fue torturado y humillado por agentes de la Policía Estatal, Federal y por miembros del ejército para obligarlo a realizar una confesión falsa en la que reconocía su implicación en la delincuencia común organizada.
Ángel denunció la tortura, sin embargo la Procuraduría General de la República (PGR) no ha investigado el caso y él continúa recluido en espera de juicio en Nayarit. Amnistía Internacional lo considera preso de conciencia porque la tortura y el maltrato al que fue víctima tuvo un factor de discriminación racial por su origen garífuna y resultó su encarcelamiento en un procesamiento injusto.