Protesté contra Miguel Ángel Mancera, eso es cierto. Mientras tanto la prensa mexicana, el gobierno y la ombudsman capitalina me llamaban anarquista y violenta. No se confundan: protestar no es sinónimo de delinquir. Desde mi punto de vista, no hay disyuntiva alguna: el derecho a la protesta termina donde empieza la violencia, y ésta última debe ser castigada con todo el rigor de la ley. Pero NO son lo mismo, como se pretende equiparar en el discurso gubernamental, que se replica en medios de comunicación sin el más mínimo rigor periodístico.
¿En serio todo el que protesta es un delincuente peligroso? Tenemos que seguir protestando porque no es delito, y se necesita más que nunca. Gisela Pérez de Acha/Sin Embargo