En los años ochenta, nuestro país dio la bienvenida e integró a miles de refugiados que huyeron de la crisis de violencia generalizada que se vivía en Centroamérica. Actualmente, el nivel de conflicto y las situaciones de riesgo han vuelto a expulsar a miles de migrantes centroamericanos, pero la respuesta de México ya no es la misma.
México no puede seguir volteando hacia otro lado y encerrar a los migrantes en estaciones de detención para regresarlos a su país sin valorar cuidadosamente si son sujetos de refugio. Muchos de los migrantes centroamericanos, especialmente los niños, viven una situación de emergencia humanitaria y necesitan asistencia y protección. Paola Zavala Saeb/Animal Político