«Las pesadillas no me dejan. Frecuentemente revivo las escenas de cómo me torturaron. A veces despierto llorando, gritando (…).
Me han expuesto con una gran cantidad de drogas y de armas en los periódicos; dicen que soy ladrón, asesino, narcotraficante. El Estado mexicano me destruyó», acusa Ángel Amílcar Colón Quevedo, inmigrante hondureño, desde el penal de alta seguridad de Tepic. Proceso