Sobre la liberación de Alberto Patishtán/Magdalena Gómez/La Jornada Que el profesor tzotzil Alberto Patishtán esté fuera de prisión es una excelente noticia, sin duda, aun cuando no se ha puesto fin a la injusticia que significó su estancia en varias cárceles, incluso en un penal de alta seguridad, durante 13 años de una condena de 60, sin que se lograra que el Estado reconociera su inocencia. Y todo ello lo vivió con una digna postura, un ánimo ejemplar de solidaridad con los otros presos y una enorme fortaleza frente a las adversidades de todo tipo que debió enfrentar.
No obstante que él expresa el ánimo de quien está en paz consigo mismo, en sus declaraciones a la prensa tras recibir el indulto, fue claro al señalar con toda justeza que su prioridad inmediata es atender su salud y estar con su hija, hijo y nieta, lo que implica asumir que es necesario respetarle sus tiempos. Sobre su misión, señaló que motivos para seguir luchando y reclamar justicia hay muchos, y prosiguió: ¡Zapata vive! Y la respuesta de activistas presentes fue: ¡La lucha sigue!
¿No será momento de que se legisle sobre la responsabilidad de jueces que violentan derechos humanos en su función pública?