Uncategorized — octubre 23, 2013 at 10:00 am

Guerrero: descoordinación y temor de reconstrucción que no escuche a las comunidades

*Opinión

Por Quetzalcoatl g. Fontanot

Familias damnificadas de La Montaña/Foto: Tlachinollan

En medio de diversos elementos de conflictividad nacional, los fenómenos meteorológicos «Ingrid» y «Manuel» han caído como un balde de agua fría para distintas comunidades en nuestro país. En este contexto Guerrero resulta un caso paradigmático de descoordinación entre los tres niveles de gobierno, lo que afecta directamente a regiones con una dinámica vinculada que ahora se encuentran divididas por el desastre y unidas por necesidades similares y llamados independientes a la solidaridad.

El 26 de septiembre de 2013 el gobierno federal hacia su balance por lo que calificó como las lluvias “más severas que tenga registro la historia”.  Según reportaba aquel día el portal Animal Político, Enrique Peña afirmó que los recursos federales del Fondo Nacional de Desastres Naturales (Fonden) se entregarían a los 22 Estados afectados por estos fenómenos meteorológicos. “No permitiremos que se lucre con la necesidad y con la emergencia”, afirmaba Peña Nieto en ese acto público. Evidentemente el nivel del desastre exigía una rápida acción por parte del Estado mexicano. Ésta sin embargo, sólo se ha dado de manera descoordinada y poco eficaz.

Las regiones de la Montaña y de la Costa Chica, azotadas de manera cotidiana por el abandono oficial, la inseguridad y valientes esfuerzos civiles de reivindicación de derechos y construcción de alternativas, son gravemente afectadas por un desastre que tiene su foco principal de atención en Acapulco. Una de las afectaciones más graves, según información del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan, es la afectación de la carretera Tlapa-Marquelia, lo que ha dificultado la comunicación entre ambas regiones.

Ante una emergencia de proporciones mayores, el Estado ha demostrado una baja capacidad de articulación, con lo cual las afectaciones se incrementan. Para dimensionar humanamente esta tragedia podemos recurrir a la narración de Tlachinollan a través de su director, Abel Barrera:

«En la comunidad Me Phaa de El Tejocote, municipio de Malinaltepec, murieron siete personas. Cuatro de ellas quedaron sepultadas por el lodo. A pesar de la amenaza de que continuarían los desgajamientos de los cerros y los hundimientos de los terrenos, la población asumió la extenuante tarea de rescatar los cuerpos a pico y pala. Con el chubasco encima y con un esfuerzo sobrehumano la gente logró remover grandes porciones de lodo que permitieron ubicar los rastros de las viviendas para dar con el paradero de los cuerpos. El caos imperó en la comunidad, la muerte era una amenaza colectiva y el sentimiento de orfandad e indefensión estallaba en llanto y en reclamos contra las autoridades ausentes e indiferentes ante el dolor. Los que llegaron a nombre del gobierno solo fueron para tomar datos de las pérdidas humanas y materiales y para sacar fotos. Su presencia no fue para brindar auxilio».

Por otra parte se ha criticado que mientras que la acción de los gobiernos municipales tiende a fortalecer corruptos procesos corporativos y el gobierno estatal se dedica a contemplar una tragedia para la que no encuentra (o no quiere encontrar) una forma efectiva de proteger a su población, el gobierno federal navega en farragosos programas de rescate incapaces de vincularse con los procesos comunitarios para favorecer la atención inmediata.

En este terrible contexto surgen dos iniciativas dignas de tomarse en cuenta. Por una parte representantes de doce municipios de la Región de la montaña de Guerrero convocan el día de hoy a una conferencia de prensa titulada  La Montaña bajo el lodo y discriminada  para denunciar la lentitud y trato insensible que han recibido de representantes de los tres niveles de gobierno a más de un mes de tener registradas severas afectaciones por el paso del huracán Ingrid y la tormenta Manuel. Se esperan llamados concretos a vías alternativas de solidaridad.

Por otra parte, diversas organizaciones, colectivos y personas se suman a la convocatoria de solidaridad para  apoyar de forma autónoma a las comunidades más necesitadas de la Costa Chica de Guerrero, junto con Radio Ñomndaa, que será el puente para asegurar que el apoyo llegue a las comunidades o personas que lo necesiten. Para sumarse al apoyo solidario colectivo se convoca a una jornada de acopio que tendrá lugar este día jueves 24 en el cubo 200 de la Facultad de Filosofía y Letras. Desde las 10 hrs hasta las 18 hrs.

Los artículos que más se requieren son: Arroz, frijol, aceite, sopa de pasta, lentejas, leche en polvo, sal, azúcar y otros alimentos no perecederos. Detergente, jabón de baño, papel higiénico, toallas sanitarias femeninas, pasta dental. Medicamentos para enfermedades infecciosas de la piel y estomacal, material de curación de primeros auxilios. Cobijas, impermeables, calzado, ropa.

Ante la incapacidad oficial, la acción de los pueblos no sólo reconstruye el territorio, sino también el tejido social. La atención y cooperación con este tipo de procesos permiten no sólo responder a la situación coyuntural de una tragedia, sino fortalecer los canales comunitarios de respuesta ante las emergencias. No se trata de obviar la responsabilidad del Estado, sino de ser solidarios a través de canales seguros. Tlachinollan y Radio Ñomndaa son ejemplos de procesos colectivos con amplio reconocimiento civil. Ojalá todos podamos apoyarlos ahora.

Después no debemos de olvidar que cualquier plan de reconstrucción en la zona debe de ser consultado y aceptado por las comunidades.