Durante tres días no había dejado de llover, cuando el lunes pasado –como a las tres de la tarde– escucharon el cerro «tronar». Antes se oyó un zumbido que se extinguió para dar paso al sonido de borbotones que producían los árboles, las casas y los coches arrastrados. Para nosotros era el día del juicio final, expresa Eufrosina Rosas Nazario, de 90 años, quien sobrevivió al alud de lodo que cayó encima a los habitantes de La Pintada, Guerrero. La Jornada