Ecumenismo religioso por la paz / Miguel Concha, en La Jornada. Ante la situación de emergencia nacional, provocada por la criminalidad y la estrategia oficial con que se la combate, 100 líderes religiosos e integrantes de más de 40 confesiones religiosas, pidieron a las jerarquías de las iglesias no permanecer calladas ante la violencia y la inseguridad que padece actualmente el país. Además lamentan que se criminalice a las víctimas y se desacredite la labor de las defensoras y defensores de derechos humanos.
En esa reunión expresaron también su respaldo articulado y colectivo al movimiento por un México pacífico, digno y justo. En su posicionamiento denuncian y reclaman con energía a los tres niveles de gobierno y poderes del Estado que los graves problemas de seguridad que hoy se viven no estén en vías de solución adecuada, por centrar la estrategia de combate al crimen organizado en la militarización como único camino, y sin tener en cuenta la desigualdad y la pobreza de manera acorde a las dimensiones del problema.
Reclaman a legisladores por trabajar en su beneficio,y minar cada vez más nuestras instituciones democráticas; reprochan también a los políticos su irresponsabilidad con la sociedad ante la indignante situación de desastre nacional. Denuncian igualmente que la publicidad en los medios masivos de comunicación pretenda desvirtuar y satanizar cualquier enfoque en la lucha por una seguridad ciudadana distinto al del gobierno, y en cambio esté orientada a favorecer los intereses de un pequeño grupo de poder.
Lamentan que se criminalice a las víctimas y se desacredite la labor de las defensoras y defensores de derechos humanos. Pero sobre todo reclaman y denuncian con agudeza que todo esto apunte a una clara intención de entregar el territorio y la soberanía nacional, mediante la privatización y la militarización que ocasiona la creciente pérdida de libertades individuales y colectivas
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Ante ello piden, en primer lugar, perdón a las víctimas de la violencia por no haber realizado su misión evangelizadora con la fuerza y energía que la situación amerita, y se comprometen a trabajar públicamente por la justicia, la verdad y el amor, en el camino de la no violencia y la resistencia civil pacífica. Para ello acuerdan asumir los siguientes criterios y acciones: hacer del Evangelio una acción por la paz que nazca de la justicia; llamar a las jerarquías y comunidades de las iglesias a que su anuncio y, sobre todo sus acciones de paz, salgan de la comodidad de sus templos y sea escuchado en las plazas públicas; exigir al gobierno una reforma política integral que atienda verdaderamente la raíz de la violencia en nuestro país, que es la injusticia económica y social, y más que nada colocar por delante de todas las acciones la defensa del oprimido y de las víctimas de la violencia, como sujetos activos de transformación.
Un primer avance de estos compromisos ha sido la petición de firmas de este posicionamiento público, al que hasta el día de ayer ya se habían adherido individual o colectivamente más de 174 miembros de distintas iglesias, congregaciones religiosas y organizaciones e instituciones de inspiración cristiana.
En el contexto del Día Mundial de Oración por la Paz se realizó una jornada pública de ayuno y oración el pasado miércoles 21 de septiembre, teniendo en cuenta que hay demonios (como el de la violencia y la inseguridad)
, como dice el Evangelio de Marcos, que sólo se expulsan con ayuno y oración
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Sin pretenderlo explícitamente, y como un antecedente ejemplar, otra acción con este compromiso fue la celebración y vigilia ecuménica, cívico-religiosa que el Movimiento por un México pacífico, digno y justo tuvo durante toda la noche del 15 al 16 de septiembre con la organización civil Las Abejas, en Acteal, Chiapas, la que desde hace años, frente a todas las injusticias que padecen los pueblos y comunidades indias, practica con perseverancia la no violencia y la resistencia civil pacífica.
En el mismo lugar donde en diciembre de 1997 fueron masacradas por paramilitares 29 mujeres, 15 niños y 5 ancianos que ante la sordera de las autoridades oraban y ayunaban por la paz, el párroco católico expresó que los cristianos, por exigencias de su fe, no se pueden escabullir hoy en día de colaborar en la construcción de la paz, como fruto de la justicia y exigencia de respeto a la dignidad del pueblo mexicano; una pastora bautista enfatizó que esta obligación moral está por encima de las diferencias entre las distintas confesiones religiosas e ideológicas, y un pastor pidió perdón, porque la defensa de esas banderías por parte de los victimarios contribuyó a la crueldad de la masacre. Allí había en el centro un altar, en cuyo rededor se habían colocado 49 cruces con los nombres de aquellas víctimas, a las que como rayos de luz se les habían añadido en círculo 500 velas, para representar ahora a las víctimas de la lucha contra la delincuencia y el narcotráfico.