Al igual que durante las décadas de los sesenta a los ochenta del siglo pasado, la impunidad de las desapariciones ha sido enfrentada primordialmente por la resiliencia y la fuerza de las familias de las víctimas. A través de la organización en colectivos, la movilización, la búsqueda directa y la incidencia política, las familias han reconfigurado tanto el mapa de la sociedad civil organizada como la caracterización de las víctimas de violaciones a derechos humanos, han logrado que su voz se escuche y han señalado los puntos álgidos de la situación.

Dentro del movimiento de familiares, las mujeres juegan el papel principal. Desde el Centro Prodh nos dimos a la tarea de entrevistar a nueve de ellas para conocer su experiencia ante el aparato de justicia, las consecuencias económicas, físicas y sicológicas que les ha traído la desaparición y la búsqueda y su papel como sujetas políticas. Los hallazgos, si bien no pueden ser tomados como un estudio sociológico –este material fue planteado como un reportaje– sí nos permiten a las organizaciones acompañantes, a la sociedad en general y al mismo movimiento de familias comenzar a dimensionar los impactos en las mujeres que buscan a quienes nos faltan a todos, apreciar el trabajo que hacen e imaginar formas de solidaridad con ellas y sus colectivos.

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