Los proyectos de obras públicas a gran escala y las iniciativas de extracción de recursos (denominados megaproyectos), tales como represas, autopistas y minas, se están multiplicando en México. Si bien el gobierno mexicano declara que estos proyectos de desarrollo se llevan a cabo para beneficio de la población, los megaproyectos pueden tener consecuencias devastadoras  para las comunidades locales y el medio ambiente, y suelen beneficiar a los poderosos a costa de las comunidades más empobrecidas, rurales e indígenas.