Sin duda, el Operativo Atenco del 3 y 4 de mayo del año 2006 fue una estrategia perpetrada desde el aparato estatal para desmovilizar a la sociedad organizada; para evitar la protesta social y la resistencia ante la práctica sistemática de violaciones a los derechos humanos perpetradas por el Estado. En los días de tal barbarie, es evidente que el abuso y la tortura sexual contra las mujeres cobró sentido al entenderse como una arma de guerra, en donde las mujeres significaron espacios que se poseen y, por lo tanto, se dominan.