La vulnerabilidad económica, la persistencia de la práctica de tortura en México, y la discriminación y desigualdad de género colocaron a Keren Selsy Ordoñez Hernández, una joven de 28 años originaria de Veracruz, en medio de un proceso que la ha mantenido privada de su libertad por casi nueve años de injusticia.
La historia de Keren
A sus 19 años, Keren tuvo a su primera y única hija, tras un parto complicado que puso en riesgo su salud. Keren y su familia vivían en un contexto de pobreza y desigualdad económica y no contaron con ningún tipo de apoyo por parte del padre de la bebé.
El 11 de diciembre de 2015, a pesar de seguir convaleciente a un mes de haber parido, Keren salió de casa para encontrarse con su ex pareja para solicitarle recursos para la manutención de su hija. El domicilio se encontraba a un par de cuadras de donde ella vivía. Mientras lo esperaba en la entrada de la casa, vehículos de la Policía Federal y Policía Ministerial de Tlaxcala arribaron al lugar. Los agentes armados detuvieron a la ex pareja de Keren, a otro hombre que se encontraba en el lugar, a ella y a su bebé.
Aunque los agentes no contaban con una orden de aprehensión en su contra, Keren y su hija fueron detenidas de manera arbitraria y vivieron múltiples violaciones a sus derechos humanos. La joven, además, enfrentó un proceso doloroso donde la discriminación por razón de género imperó en todo momento.
Los agentes le quitaron a la bebé de sus brazos, subieron a ambas a un vehículo oficial sin explicarles el motivo de la detención. Una vez que se encontraban en la patrulla, Keren fue sometida a golpes, asfixia y amenazas de lastimar a su hija. Incluso los agentes hicieron referencia a que, como la bebé aún no contaba con un acta de nacimiento, nadie se percataría de su ausencia; es decir, amagaron con desaparecerla.
Keren y su bebé permanecieron cuatro horas en las instalaciones de la Fiscalía General de Veracruz. La Fiscalía incluso realizó un certificado de integridad física a la bebé, en donde refieren que se examinó a una “niña de un mes de edad, en calidad de detenida”.
En total, desde la detención hasta la puesta a disposición ante el Ministerio Público de Tlaxcala, Keren y su bebé pasaron 11 horas incomunicadas y sujetas a más violencia y violaciones a sus derechos humanos. Durante ese tiempo, Keren fue interrogada sobre un secuestro acontecido al interior de la casa donde se encontraba su ex pareja mientras continuaba siendo amenazada con causarle daño a su hija, por lo que fue obligada a firmar una declaración fabricada en la que reconocía haber participado en el secuestro, realizando labores de cuidado. Horas más tarde, las autoridades ministeriales entregaron a la bebé al DIF estatal, sin dar aviso previo a algún familiar.
En el caso de la hija de Keren, las autoridades no tomaron en cuenta el interés superior de la niñez, ni tomaron acciones inmediatas para salvaguardar la salud e integridad física y emocional de la bebé, como localizar a algún familiar o a una institución especializada en derechos de niñas y niños que pudiera hacerse cargo de su cuidado y protección ante la situación de su madre.
Las autoridades ministeriales no dieron aviso previo a algún familiar. La hija de Keren permaneció 12 días lejos de su familia, hasta que la abuela materna logró que se la entregaran.
Keren fue expuesta a medios de comunicación, exhibida como “secuestradora”. Se difundieron sus fotografías, su nombre completo y lugar de origen, lo cual viola el principio de presunción de inocencia.
Además, vivió discriminación y falta de perspectiva de género en su proceso, ya que las autoridades del Poder Judicial del Estado de Tlaxcala analizaron los hechos y pruebas del caso, ignorando la especial situación de vulnerabilidad en la que se encontraba Keren al momento de su detención, así como las distintas violencias de género de las que fue víctima.
INFORMACIÓN BÁSICA
COMUNICADOS DEL CASO
Estado actual de su proceso
Aunque su ex pareja y padre de su hija, también fue detenido y procesado junto con Keren por el mismo secuestro, recuperó su libertad en 2019, tras cumplir una condena de cinco años de prisión, por ser menor de edad al momento de la detención. Desde entonces, él no ha vuelto a ver o hablar con Keren, y se ha desentendido por completo de las obligaciones alimentarias de su hija.
En contraste, el 20 de noviembre de 2019, el Juzgado Penal del Distrito Judicial de Sánchez Piedras, en Apizaco, Tlaxcala dictó sentencia condenatoria en contra de Keren, imponiendo una pena de prisión de 50 años, por un delito que no cometió. Finalmente, el 27 de septiembre de 2021 un Tribunal Colegiado concedió un amparo a Keren al considerar que se habían violentado derechos procesales, ordenando reponer el procedimiento hasta la etapa de instrucción. Actualmente, el proceso continúa abierto.
Durante más de seis años que ha durado el proceso, Keren ha contado con diversos defensores públicos que han incumplido su obligación de brindar una defensa técnica adecuada, quienes han omitido recabar y ofrecer pruebas adecuadas para que pueda obtener su libertad.
Debido a las múltiples violaciones a derechos humanos e irregularidades durante su proceso, el Centro Prodh decidió asumir la defensa integral y representación de su caso.
El caso de Keren es representativo del uso discriminatorio del sistema penal contra las mujeres, cuando este no se aplica con perspectiva de género, ignorando las circunstancias de vulnerabilidad y violencia en las que se encuentran antes y durante la detención y el proceso.
Hoy exigimos, #JusticiaParaKeren para que pueda encontrar su libertad. Ella ha enfrentado este proceso con resiliencia y resistencia, con el objetivo de conseguir justicia, que se revierta la impunidad y que pueda volver con su familia y con su hija, quien ya tiene siete años de edad.
Las principales violaciones a DDHH que han vivido Keren y su hija
Detención arbitraria: Keren fue detenida sin contar con una orden de aprehensión. Ella se encontraba en la calle, afuera del domicilio de su ex pareja, sólo para pedirle recibir dinero para la manutención de su hija de un mes de edad.
Retención ilegal: Keren y su hija estuvieron retenidas injustificadamente durante al menos 7 horas, tiempo en el que estuvieron completamente incomunicadas y sujetas a otras violaciones a sus derechos humanos.
Tortura: Desde el momento de su detención hasta su puesta a disposición Keren fue golpeada y sometida a asfixia. Además Keren fue amenazada por los policías, que le dijeron que podrían hacerle daño o desaparecer a su hija.
Privación ilegal de la libertad de su hija: La bebé permaneció 12 días lejos de su familia, sin que se tomarán las medidas adecuadas para salvaguardar su integridad física y emocional, hasta que su abuela materna logró que las autoridades se la entregaran.
Fabricación de pruebas: Durante la retención ilegal de Keren, a base de amenazas y tortura, la obligaron a firmar una declaración autoinculpatoria de haber participado en un secuestro en la casa de su ex pareja, tiempo en el que también se crearon otras pruebas utilizadas en su contra, como el parte informativo y las declaraciones de las personas con las que fue detenida.
Exposición a medios de comunicación: Keren fue exhibida ante medios de comunicación como “secuestradora”, los cuales mostraron sus fotografías y nombre completo, lo cual viola el principio de presunción de inocencia.
Discriminación y falta de perspectiva de género en su proceso: por ser mujer joven, las autoridades ministeriales encasillaron a Keren como “cuidadora” de las personas víctimas de secuestro, sin considerar que ella también se encontraba en un contexto de desigualdad y sujeción.
Defensa inadecuada: Sin haber pruebas, Keren recibió una sentencia de 50 años de prisión, en contraste con los cinco años que cumplió su ex pareja. Durante los casi siete años que ha durado el proceso, Keren ha contado con diversos defensores públicos que han incumplido su obligación de brindar una defensa técnica adecuada.
COMUNICADOS DE PRENSA
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