En las movilizaciones de este 10 de mayo hubo un importante esfuerzo de unificación de distintos colectivos de búsqueda en el país que decidieron sumar voces al grito de “¿dónde están?”, para interpelar a los gobiernos federales y locales.

Ni homenajes, ni festejos. Este 10 de mayo, las únicas flores que las madres buscadoras aceptaron recibir fueron las del apoyo, la solidaridad y la esperanza, necesarias para seguir interpelando a un Estado que se ha mostrado indolente al atender la crisis de  desapariciones en el país.

Publicado originalmente el día 14 de mayo del 2024, en «La lucha cotidiana de los derechos humanos».

Como cada año, con los rostros de sus hijos en mano, su fuerza y su dignidad, cientos de familias salieron a las calles de al menos 15 entidades de la República para demandar a las autoridades justicia, verdad, memoria y atención al rezago forense. Este año, además, hubo un importante esfuerzo de unificación de distintos colectivos de búsqueda en el país que decidieron sumar voces al grito de “¿Dónde están?” para interpelar a los gobiernos federales y locales. Las madres exigieron, principalmente, no ser usadas como botín político en esta temporada electoral y demandaron propuestas claras para que las próximas administraciones atiendan los pendientes que dejarán los actuales gobiernos. Alzaron la voz también para exigir “Ni una buscadora asesinada más” y, con ello, demandaron garantías de seguridad para que  todos los colectivos puedan continuar con sus dignas labores de búsqueda sin poner en riesgo su integridad.

Así, en Ciudad de México se llevaron a cabo dos grandes acciones de protesta. La primera fue la velada #FloresDeEsperanza, convocada por el Movimiento por nuestros Desaparecidos, integrado por más de 90 colectivos de México y Centroamérica, en la cual se  dedicaron mensajes a las mujeres que han fallecido en la lucha y a quienes perdieron a un hijo o a una hija derivado de la situación de violencia en el país, esto acompañado de flores y veladoras para iluminar el camino de quienes ya no están. Durante el evento, el Movimiento compartió un pronunciamiento dirigido a quienes participan en la contienda: “Su responsabilidad en la función pública trasciende su afinidad política y debe priorizar el bienestar de la población más allá de coyunturas electorales. Les exigimos que la causa de la búsqueda de nuestros seres queridos no sea utilizada en el contexto de estrategias comunicacionales de denostación y ataques. Nuestro dolor no es un espectáculo, es el motor que nos permite continuar nuestra lucha por la verdad y la justicia y el regreso de quienes amamos”.

La segunda acción fue la marcha nacional de madres buscadoras, quienes, sin importar el sol inclemente y los enormes esfuerzos de trasladarse al centro del país, desde el norte y el sur, decidieron avanzar a un mismo paso. Así, se unieron las voces de quienes han participado en estas manifestaciones desde hace 13 años y de quienes por primera vez se enfrentan al tormento de la desaparición. Este año también cambió el recorrido: del Monumento a la Madre hacia el Zócalo capitalino —y no al Ángel de la Independencia, como en otras ocasiones—, cruzando el Centro Histórico, donde muchas familias celebraban el 10 de mayo, para llamar a la sociedad a la empatía y a la solidaridad de la población. Los pronunciamientos, así, se dirigieron hacia el Palacio Nacional y los rostros de quienes no han vuelto a casa se posaron sobre la plancha. Después, decenas de buscadoras fueron recibidas en la Basílica de Guadalupe, donde se reconoció la necesidad de atender la crisis para garantizar la justicia y la paz en el país.

Las acciones locales también fueron generalizadas y se realizaron de acuerdo con el contexto de cada estado. Por ejemplo, cientos de madres buscadoras en Zacatecas, partieron de la Unidad Académica de Ingeniería de la Universidad Autónoma del estado hacia la Plaza de Armas, para exigir a las autoridades redoblar esfuerzos para esclarecer los casos que, en su mayoría, son recientes. En Xalapa, las temperaturas que superaron los 38 grados no detuvieron a los colectivos que marcharon con megáfono en mano. Mientras que en Quintana Roo, las mujeres se manifestaron afuera de la Fiscalía General estatal para exigir atención a los casos y para demandar respeto a las protestas, pues en la entidad se les ha respondido con el uso de la fuerza.

Como en varias localidades, la crisis ha llevado a las buscadoras a establecer sitios específicos de memoria, algunos colectivos concentraron su movilización en esos lugares. En Colima, por ejemplo, los colectivos se reunieron en la Plaza de los Desaparecidos, situada en el emblemático Parque Piedra Lisa. En Jalisco y en Veracruz, desde las 8:00 de la mañana, las familias partieron desde sus respectivas Glorietas de los Desaparecidos hacia los Palacios de Gobierno.

A nivel internacional también hubo esfuerzos relevantes para visibilizar la problemática. Olimpia Montoya y Bibiana Mendoza, buscadoras de Guanajuato, fueron reconocidas con el Premio de Derechos Humanos 2024 por la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), una organización fundamental que este año cumple cinco décadas ininterrumpidas de trabajar por la democracia y los derechos humanos en América Latina, desde la incidencia en Washington D.C.  Mendoza fue seleccionada “por su inquebrantable vocería contra la militarización en México”, la cual no ha sido efectiva para enfrentar la violencia en el país. Mientras que Olimpia Montoya, quien busca a su hermano Marco Antonio, fue reconocida por “su papel en el avance de los esfuerzos para crear el Banco Nacional de Datos Forenses”, uno de los pendientes actuales del Estado mexicano.

Los pendientes actuales para revertir la crisis de más de 100 mil personas desaparecidas en el país son claros: deben adoptarse medidas extraordinarias para la identificación humana y adoptar cabalmente la Política Nacional para Prevenir y Erradicar las Desapariciones, que en un muy claro decálogo propuso el Comité de la ONU sobre las Desapariciones Forzadas (Comité CED). Estos pendientes no sólo los han recordado en múltiples ocasiones las organizaciones civiles y las instancias internacionales. Lo hacen también, día a día, las madres buscadoras que con su enorme amor y dignidad buscan a los suyos y exigen a las autoridades que sus voces sean escuchadas. No sólo en mayo, sino siempre, les acompañamos y les reconocemos su fortaleza para luchar de manera incansable hasta encontrarles a todas y encontrarles a todos y todas.