El informe anual de Tlachinollan y el 25 aniversario de Fundar permite recordar, en clave de esperanza, que en México la sociedad civil se sigue organizando para ampliar la democracia con resiliencia frente a un contexto adverso.

En días pasados, ocurrieron dos eventos relevantes para la sociedad mexicana: la presentación del informe anual del Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan y la celebración de los primeros 25 años de Fundar, Centro de Investigación y Análisis. Abordar conjuntamente ambos acontecimientos permite recordar, en clave de esperanza, que en México la sociedad civil se sigue organizando para ampliar la democracia con resiliencia frente a un contexto adverso.

Publicado originalmente el día 9 de febrero del 2024, en «La lucha cotidiana de los derechos humanos».

El informe de Tlachinollan recupera los trabajos realizados durante el último año por esta ejemplar organización civil, que desde hace casi 30 años promueve y defiende los derechos de las personas y comunidades mixtecas, tlapanecas, nahuas, y amuzgas de la Región Montaña del Estado de Guerrero. Como es ya tradición, el informe de Tlachinollan hace un recuento sobre las luchas de quienes se movilizan para exigir respeto a su dignidad en aquella entidad.

En esta ocasión, el Informe de 2023 es un valioso ejercicio de denuncia, y también de memoria, frente a la violencia que impera en el estado, agravada hoy por la abundancia de discursos que en aras de mantener su lugar en el proyecto político en boga, intentan minimizar o incluso invisibilizar la persistencia de los homicidios, de las desapariciones y del desplazamiento forzado, que en estados como Guerrero es innegable. Las denuncias de Tlachinollan sobre el incremento del control territorial de las organizaciones macrocriminales son extremadamente preocupantes.

Así, el Informe de Tlachinollan es lectura obligada para entender la realidad de Guerrero y, simultáneamente, es la expresión del trabajo comprometido y constante de un equipo intercultural que camina a lado de las y los más vulnerables, con una cercanía a la gente que es prácticamente única en el contexto de la sociedad civil mexicana, a ras de tierra en una de las regiones más pobres del país, muchas veces jugándose la vida.

Por su parte, Fundar, cuyos primeros 25 años fueron celebrados hace poco, realiza una labor fundamental para el espacio cívico mexicano, sobre todo en el análisis y la incidencia. Organización pionera en la propuesta de política pública y en la revisión presupuestaria, el trabajo de Fundar ha iluminado y fortalecido, ya por cuatro lustros, la labor que realizan muchas organizaciones de base o de primera línea de defensa, con un aporte inestimable.

Abriendo brecha conceptual en temas de justicia fiscal, transparencia y anticorrupción, Fundar ha contribuido a que organizaciones y activistas afinen y mejoren sus capacidades de incidencia. Por su equipo, además, han pasado personas comprometidas que hoy nutren las instituciones públicas, las agencias de cooperación, los medios de comunicación, la academia y la sociedad civil.

A primera vista, las labores de Tlachinollan, desde Tlapa, y de Fundar, desde Coyoacán, podrían parecer alejadas y desvinculadas. Pero es, en realidad, su complementariedad y afinidad lo que aquí interesa destacar. Como parte de un mismo movimiento cívico que ha buscado profundizar la democracia y defender los derechos humanos en México, ambas organizaciones son una muestra de la maduración de la sociedad civil mexicana en cuanto al acompañamiento de personas y comunidades, la expresión firme y documentada de denuncias indispensables y la construcción de propuestas técnicas. A lo largo de más de dos décadas, esa complementariedad se ha concretado en múltiples colaboraciones conjuntas, de las que podemos dar testimonio desde el Centro Prodh.

Y es justamente esta afinidad compartida lo que es relevante subrayar en el actual contexto. A lo largo del sexenio, las constantes, injustas y genéricas descalificaciones presidenciales contra la sociedad civil, en muchas ocasiones repetidas acríticamente por otros actores, pueden generar confusión en más de alguna persona. Eso es precisamente lo que se busca al difundir una imagen distorsionada de lo que las organizaciones hacen en México.

Frente a esta realidad, vale la pena resaltar las trayectorias de Fundar y Tlachinollan, organizaciones que nunca han tenido acceso privilegiado al poder, que nunca se han aliado con la corrupción, que nunca han trabajado para intereses extranjeros inconfesables, y que no han dejado nunca de trabajar por el interés público, defendiendo especialmente los derechos de las personas y comunidades más desfavorecidas, como lo siguen haciendo en el presente. Y como, sin duda, lo seguirán haciendo más allá de este polarizado sexenio.