Lo que busca este estilo de comunicar es destruir la reputación y la legitimidad de actores civiles, políticos o periodísticos que ejercen una labor de contraloría social necesaria en democracia.

La semana pasada, en tres sucesivas conferencias de prensa matutinas, el presidente de la república arremetió en contra del Centro Prodh, con una serie de descalificaciones injustas y falsas.

Primero, el mandatario sugirió que en el caso Cerocahui, que involucra el asesinato de cuatro personas incluyendo a dos entrañables jesuitas, el Centro Prodh y otras organizaciones había “cuestionado” excesivamente al gobierno federal y a su estrategia de seguridad. También sugirió el presidente que en el caso Ayotzinapa parecía que el Centro Prodh quería que “fracase” el empeño de esclarecer la verdad. Estos señalamientos falaces se dieron a partir de que una periodista, contribuyendo decididamente al interés público, recordó que varias organizaciones hemos insistido en que se debe investigar al Ejército por el uso del software de espionaje Pegasus.

Publicado originalmente el día 7de junio del 2023, en «La lucha cotidiana de los derechos humanos».

Al día siguiente, el señalamiento del presidente López Obrador fue que organizaciones como el Centro “no hacíamos mucho” por las violaciones graves a derechos humanos en México y que eso ocurre en razón de nuestro supuesto “vínculo” con los partidos políticos que gobernaron el país en el pasado, específicamente con el Partido Acción Nacional (PAN). Finalmente, en el tercer ataque verbal consecutivo el primer mandatario sugirió que “convivíamos” con “la derecha”.

Como ha sido constante en este sexenio, tristemente, lo que busca este estilo de comunicar es destruir la reputación y la legitimidad de actores civiles, políticos o periodísticos que ejercen una labor de contraloría social necesaria en democracia. Con ese fin se abusa de la palabra presidencial que, desde ese incomparable amplificador que son las conferencias mañaneras, tiene un peso diferenciado.

Por eso mismo, desde que este mecanismo comunicacional de descalificaciones injustas y falaces inició, en el Centro Prodh señalamos que era en extremo preocupante y nos pronunciamos respaldando a las personas y organizaciones estigmatizadas; así lo hicimos por ejemplo respecto de los ataques contra organizaciones como Artículo 19 o Indignación, o contra casas editoriales como Animal Político y Proceso, entre muchos otros.

Aplicando ese mismo criterio, en esta ocasión en que la hostilidad verbal se ha enderezado en nuestra contra, hemos reaccionado inmediatamente para que no se normalice esta retórica agresiva, trayendo al presente la labor que hemos realizado desde nuestra fundación en 1988 y sobre todo insistiendo en lo esencial para que las descalificaciones verbales no sean, como se pretende, un distractor del tema que ha generado la molestia presidencial: el señalamiento, bien sostenido en evidencia, de que detrás del abuso de Pegasus en el presente se encuentra el Ejército.

Un Ejército que, o bien engaña al presidente negando contra toda evidencia lo que es obvio; o bien, se beneficia del encubrimiento que este la prodiga, lo que implicaría que el gobernante ha decidido ya descansar su gobierno en el estamento castrense y asegurarle impunidad a cambio. No hay otro escenario factible más allá de esta disyuntiva que está minando en el presente esfuerzos, como el esclarecimiento del caso Ayotzinapa o de los crímenes militares de la “Guerra Sucia”, y que es ocasionado por la inédita entrega de recursos y facultades a las Fuerzas Armadas que ha realizado esta administración. Sostenida en más de diez cambios legales de honda profundidad, tardaremos mucho tiempo en revertir este preocupante crecimiento del poder militar.

Los ataques presidenciales contra el Centro Prodh suscitaron, también, una generosa defensa de nuestra organización, que se manifestó en redes sociales y artículos de prensa. Agradecemos de corazón esas expresiones y a las más de 400 organizaciones, colectivos y personas que se pronunciaron y firmaron un comunicado conjunto en respaldo y solidaridad a nuestra labor. Recibimos esos abrazos con humildad, tomándolo como un reconocimiento a lo que múltiples generaciones de personas defensoras de derechos humanos han construido a lo largo de décadas, dejando sueños y corazón en nuestro Centro.

Somos conscientes de que más allá de la defensa de una organización en lo particular, lo que muestra esta respuesta de solidaridad es que en México, pese a que ha crecido la hostilidad contra el espacio cívico, éste se encuentra de pie y articulado, conformando un ecosistema diverso capaz de ser tan firme en la denuncia como constructivo en las propuestas. Ese espacio, que conforman activistas, periodistas, líderes cívicos y personas que ejercen sus derechos ciudadanos, está haciendo el trabajo que corresponde en el actual contexto; resistirá y seguirá activo, hasta que la dignidad se haga costumbre.