Después de que por 15 años se le robó injustamente su libertad, el señor Rodrigo Plata salió de la cárcel a enfrentar una pandemia fuera de control y su salud, mermada por los años de prisión, no resistió.

En honor a la vida de Rodrigo Plata Guzmán

Como se ha venido denunciando desde el comienzo de la pandemia, el COVID afecta especialmente a las personas privadas de la libertad. Esto ocurre respecto de quienes permanecen en prisión mientras el mundo sigue lidiando con el virus, pero también respecto de quienes, aun en libertad, siguen experimentando las consecuencias de una prolongada privación de la libertad en cárceles que, como las mexicanas, no cumplen con parámetros mínimos de dignidad.

Publicado originalmente el día 25 de enero de 2021, en «La lucha cotidiana de los derechos humanos».

Este ha sido el caso de don Rodrigo Plata Guzmán, recientemente fallecido.

En marzo de 2005, policías del Estado de México arrestaron ilegalmente al señor Rodrigo Plata Guzmán en Nezahualcóyotl. Fue arraigado y torturado en instalaciones de la Subprocuraduría de Justicia del Estado para que se incriminara de un secuestro y de un homicidio en los que no participó. En el contexto de su detención, la policía también torturó a otras personas frente al señor Plata y, con base en su testimonio, fue acusado ante un juez del Estado de México. Éste dictó un auto de formal prisión imponiéndole una medida cautelar de prisión preventiva.

El señor Plata era un abogado dedicado al litigio, por lo que, en cuanto pudo recuperarse de las afectaciones generadas por la tortura, comenzó a reunir elementos de prueba para defenderse y demostrar su inocencia. Ante la negativa a su solicitud de que le practicaran un dictamen con base en el Protocolo de Estambul, presentó diversos recursos legales para exigirlo. Habiendo agotado los recursos legales internos, el señor Rodrigo acudió a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en el 2009. Con el acompañamiento del Centro Prodh -iniciado a partir de 2013-, la CIDH admitió su caso y encontró elementos para estimar que el señor Plata había sido víctima de violaciones graves a derechos humanos que no habían sido investigadas.

Después de haber estado 15 años en prisión preventiva oficiosa, procesado con pruebas fabricadas mediante actos de tortura perpetrada por autoridades del Estado de México, el pasado 19 de marzo de 2020 Rodrigo Plata recuperó su libertad. Su exoneración implicó el reconocimiento de su inocencia, por la que tanto luchó; él y sus seres queridos estaban felices. Sus corazones, pese a la injusticia vivida, no albergaban odio.

Pero la larga espera por justicia del señor Plata en el penal de Neza-Bordo en el Estado de México deterioró gravemente su salud, debido a que nunca recibió una adecuada atención médica para tratar la bronquitis y la diabetes adquiridas dadas las bien documentadas condiciones de hacinamiento, falta de alimentación adecuada y de acceso a servicios de salud básicos que aquejan a las cárceles en México.

A inicios de diciembre se confirmó que se había contagiado de COVID-19 y, lamentablemente, el 10 de enero de 2021 perdió la vida derivado de las complicaciones que presentó por sus antecedentes de salud.

Después de que por 15 años se le robó injustamente su libertad, el señor Rodrigo Plata salió de la cárcel a enfrentar una pandemia fuera de control y su salud, mermada por los años de prisión, no resistió.

A don Rodrigo se le recuerda como una persona íntegra, amorosa y resiliente. Su familia y amigos destacan el sentido de empatía y solidaridad que tuvo con muchas personas a quienes conoció en prisión por haber vivido situaciones similares a las de él. Los últimos 15 años se dedicó a brindar asesoría y atención a personas a las que, al igual que a él, el sistema de justicia les ha fallado.

Hoy recordamos su caso para insistir en cómo la pandemia golpea de manera diferenciada y cómo, en esa gravedad distinta, la cárcel genera mayor riesgo, incluso cuando las personas ya han recuperado su libertad.

Por eso, las autoridades deben tomar medidas especiales para garantizar los derechos a la integridad física, a la salud y a la vida de las personas privadas de su libertad. Para ello, es indispensable reducir la población penitenciaria a través de los beneficios preliberacionales regulados en nuestra legislación, priorizando a todas aquellas personas que pertenezcan a los grupos de vulnerabilidad frente a un contagio por COVID, es decir, personas mayores de 60 años, mujeres embarazadas, y personas con problemas con problemas de salud crónica, como la diabetes o enfermedades respiratorias.

Ante la falta de medidas en este sentido, que ha prevalecido desde el inicio de la pandemia, organizaciones de la sociedad civil como el Centro Prodh hemos emprendido diversos litigios para hacer valer los derechos de la población penitenciaria. Aún estamos a la espera de que el Poder Judicial de la Federación actúa como garante y contrapeso en estos juicios.

Sirvan estas líneas para abrazar a todos los seres queridos de don Rodrigo por su dolorosa pérdida y por el acompañamiento que durante 15 años le prodigaron, hasta demostrar su inocencia. Desde el Centro Prodh honramos su memoria y su historia de lucha para recordar al Estado mexicano que aún tiene pendientes importantes para erradicar la comisión de violaciones a derechos humanos, entre ellas la tortura, la exhibición de personas detenidas y el uso extendido de la prisión preventiva automática.