El Padre Pro fue un presbítero católico, miembro de la Compañía de Jesús, acusado de participar en actos de sabotaje y terrorismo, en el contexto del conflicto Iglesia-Estado que afectó a México entre 1926 y 1929 (la denominada Guerra Cristera). Murió, sin juicio alguno ni desahogo de pruebas, junto con su hermano Humberto, fusilado por un pelotón en una comandancia de la policía capitalina, ubicada entonces en lo que es ahora el edificio El Moro de la Lotería Nacional. Fue beatificado por el papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.​

José Ramón Miguel Agustín Pro Juárez, nació el 13 de enero de 1891 en la población minera de Guadalupe, Zacatecas; fue el tercero de 11 hermanos. Hijo de Miguel Pro y Josefa Juárez. En agosto de 1911, después de unos Ejercicios Espirituales, siente el impulso de la vocación religiosa y siguiendo el ejemplo de sus dos hermanas mayores, ya religiosas, decide ingresar al Noviciado de la Compañía de Jesús en El Llano, Michoacán, el 10 de agosto de 1911 a la edad de 20 años.

Termina sus estudios de Filosofía en España y llega a Granada, Nicaragua para sus 2 años de magisterio, «los años más difíciles» en sus propias palabras. Tuvo a su cargo a los más pequeños y la vigilancia de los externos y semi-internos. A la una de la tarde, bajo pleno sol se le veía jugando y saltando con los niños para distraer a los que notaba tristes. A veces, se retiraba discretamente a su cuarto, para sufrir en soledad los dolores de estómago que no lo dejaban, y después regresaba animoso y alegre.

En septiembre de 1924 el Hno. Miguel Pro y el Hno. José Amozurrutia, partieron rumbo a Enghien, Bélgica para su apostolado.

El 30 de agosto de 1925 es ordenado sacerdote, sin presencia de su familia. Padeció de dolores estomacales que se convirtieron en una úlcera, y después de dos cirugías poco exitosas, se le permite regresar a México, no sin antes hacer escala en Lourdes, Francia, donde se dedica a dar misa y confesar a la feligresía, entre otras actividades.

Desembarca en Veracruz el 7 de julio y al visitar a su familia, se entera que su hermano Humberto, de 24 años, está en prisión por su trabajo apostólico en la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa.

El Padre Pro comenzó a asistir espiritualmente a las Religiosas del Buen Pastor y le fue encomendada la Parroquia de la Sagrada Familia, sustituyendo al P. Fernando O. Ideó las Estaciones Eucarísticas, que eran casas convenidas para dar el sacramento.

A principios de 1927 da inicio a las Comisiones de Auxilios, pues desde que llegó a México se dio cuenta de la gran cantidad de familias que se iban quedando en la miseria a causa de la persecución y por no renegar del catolicismo. Sus Superiores del Padre le ordenan reclusión, pues su actos de bondad y de sacerdote heroico empezaban a hacerlo conocido por la policía.

Apoyado por su ingeniosidad, sigue disfrazándose según la ocasión. Si tenía plática con los choferes, se ponía gorra que le cubría hasta las cejas, si era una misa con el «alto coturno» un traje de gran catrín, con perrito «fifí» incluido.

El 13 de Noviembre de 1927, después de las 3pm el General Álvaro Obregón era víctima de un atentado, mientras circulaba por el Bosque de Chapultepec, rumbo a una corrida de toros. Sale ileso. Los responsables de tal acto: El Ing. Luis Segura Vilchis, Juan Tirado y Nahúm Lamberto Ruiz. Humberto, hermano de Miguel Agustín, se entera que el Automovil Essex n. 10101 utilizado en el atentado, es el mismo que había vendido, el 8 de noviembre al Ing. Luis Segura Vilchis, por medio de un tercero.

En la madrugada del 18 de noviembre, la policía entra a casa de la Sra. Valdez, quien resguardaba a los hermanos Pro, y se los llevan, les toman declaraciones en días siguientes y el día 22 de noviembre es presentado junto con sus hermanos y otros detenidos como autores del atentado en contra del General Obregón.

El ministerio público construyó un caso endeble que ha sido frecuentemente criticado tanto por el tipo de pruebas usadas como por las acusaciones levantadas en contra de los hermanos Pro y otros más. Fue decretada su muerte por fusilamiento, sin juicio alguno, por orden directa de Plutarco Elías Calles al general Roberto Cruz a pesar de haberse obtenido un amparo a su favor: no fue permitida la entrada al actuario para presentarlo y lograr que se suspendiera la ejecución.

En la mañana del 23 de noviembre de 1927, el P. Pro presintió que algo malo sucedería, por lo que se puso a rezar. A las 10:00 am el agente Mazcorro mencionó su nombre en voz alta, ordenándole que saliera. Sin decir nada, Miguel se despidió de su hermano Roberto y salió de los sótanos con las manos entrelazadas por delante y miró tranquilamente a los espectadores.

Mientras caminaba hacia el paredón, se le acercó el agente Quintana y le pidió perdón. El padre le contesto: «No solo te perdono, sino que te doy las gracias». Al preguntársele su última voluntad, pidió que le dejaran rezar; así que se hincó cerca del área en la que le habían ordenado que se parara, al terminar de rezar, regresó al lugar y abrió los brazos en forma de cruz.

A las 10.30am el P. Pro cayó sobre su costado derecho. El Dr. Horacio Cazale del Servicio Médico de la policía, se acercó a dar fe de su muerte, pero indicó que aún vivía. El sargento de la escolta le dio el tiro de gracia.

Su fiesta, como corresponde con los mártires, es el día del aniversario de su muerte, el 23 de noviembre, y fue instituida por Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988, en el contexto de las beatificaciones y canonizaciones de laicos, religiosos y sacerdotes víctimas de la represión durante el conflicto Iglesia-Estado de 1926-1929.