El asesinato del defensor indígena Eustacio Alcalá no es un hecho aislado. Responde a un contexto de inseguridad que en los últimos meses se ha incrementado, en la zona limítrofe entre Michoacán y Colima, una región en la que el Estado mexicano ha perdido control territorial ante el fortalecimiento de las organizaciones macrocriminales.
La desaparición y el posterior homicidio del defensor indígena del medio ambiente Eustacio Alcalá muestra, de nuevo, que continúa la epidemia de asesinatos en contra de quienes asumen en los territorios el cuidado de nuestra Casa Común.
El pasado 1 de abril de 2023 fue desaparecido el activista comunitario nahua cuando realizaba un viaje en una camioneta de servicio público, llevando a un grupo de religiosas, hacia la comunidad de Aquila. Pese a los múltiples llamados de organismos civiles para que las autoridades estatales y federales se abocaran a su búsqueda inmediata, días después, el 3 de abril, su cuerpo sin vida fue encontrado en un paraje rural.
Publicado originalmente el día 11 de abril del 2023, en «La lucha cotidiana de los derechos humanos».
Eustacio Alcalá era un defensor indígena del medio ambiente. Su comunidad, San Juan Huitzontla, en Michoacán, impulsó un relevante juicio de amparo en contra del otorgamiento de concesiones mineras en su territorio, sin consulta previa, libre e informada, obteniendo una sentencia favorable que derivó en que dichas concesiones actualmente se encuentren suspendidas, aunque la Secretaría de Economía del Gobierno Federal sigue litigando a favor de los intereses mineros.
El liderazgo de Don Eustacio, expresado en su vocación de “mandar obedeciendo” al realizar el servicio comunitario, fue clave para que a la organización territorial se sumara la articulación con la Red Solidaria de Derechos Humanos de Michoacán y el Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro Juárez.
Al acudir a acompañar a la comunidad, quienes en el Centro Prodh trabajamos directamente en la defensa legal, en la comunicación social y en la organización comunitaria pudimos constatar de primera mano la generosidad y el profundo sentido de comunalidad de Don Eustacio. Su pérdida es sin duda un golpe duro para su familia y seres queridos, pero también para San Juan Huitzontla en su conjunto. A ellos y ellas nuestra solidaridad.
El asesinato de Eustacio Alcalá no es un hecho aislado. Responde a un contexto de inseguridad que en los últimos meses se ha incrementado, en la zona limítrofe entre Michoacán y Colima, una región en la que el Estado mexicano ha perdido control territorial ante el fortalecimiento de las organizaciones macrocriminales. Hace tan sólo tres meses fueron desaparecidos en la misma zona el abogado Ricardo Lagunes y el señor Antonio Díaz Valencia, también por defender el medio ambiente frente a las amenazas mineras. Pese a que sus familiares han hecho hasta lo imposible para que se les busque, acudiendo incluso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), a casi 90 días las autoridades estatales y federales han sido incapaces de encontrarles.
Más ampliamente, no puede soslayarse que entre 2014 y 2021 han sido ejecutados 124 defensores comunitarios del medio ambiente en México, en particular 58 en este sexenio, de acuerdo con las cifras de organizaciones de la sociedad civil como el Centro Mexicano para el Derecho Ambiental (CEMDA).
Sin duda, uno de los rostros dolorosos de la crisis de derechos humanos en México es la epidemia de asesinatos contra defensores comunitarios del medio ambiente. Se trata de mujeres y hombres en territorio que asumen en sus propias manos el cuidado de la tierra, del agua, de los bosques, de las selvas, sin títulos universitarios ni filiaciones organizativas, a menudo con su enorme dignidad como principal herramienta. Verdaderas defensoras y defensores de derechos humanos que al reivindicar lo común por encima del interés económico, desafían muchas veces a poderes legales e ilegales salvajes que ocupan los espacios cedidos hace tiempo por el Estado.
Esas mujeres y esos hombres, como don Eustacio, encarnan, como lo supo indicar hace unos años Carlos Monsivaís, el amor a esa patria concreta anunciada por José Emilio Pacheco en su poema “Alta traición”: el amor a la patria de aquellos y aquellas que en el México de abajo literalmente dan la vida por “ciertas gentes / puertos, bosques de pinos, fortalezas […] / montañas / (y tres o cuatro ríos)”.
El homicidio de Eustacio Alcalá no debe quedar impune. La ausencia de justicia envía el mensaje de que en México se puede seguir matando defensores comunitarios del ambiente sin consecuencias, como hasta el día de hoy sigue ocurriendo. En memoria de Don Eustacio y de tantas defensoras y tantos defensores del medio ambiente asesinados en los últimos años, es preciso seguir exigiendo que los grandes proyectos de desarrollo impuestos, sin respetar los derechos territoriales indígenas, sean revisados y revertidos y que legislaciones vigentes que facilitan el despojo como la Ley Minera sean modificadas.