Ante la pandemia del Covid-19, los gobiernos, las comunidades y las personas buscamos referentes sobre las mejores maneras de responder a ese inmenso desafío. Los derechos humanos son una guía pertinente y relevante. Un recuento de los pronunciamientos de diversas instancias internacionales y de las acciones de las organizaciones de la sociedad civil da cuenta de ello.
Tanto la Organización de las Naciones Unidas como el Sistema Interamericano de Derechos Humanos han generado llamados y directrices adecuados a la emergencia. Sus pronunciamientos comparten, por un lado, un uso extensivo del derecho internacional de los derechos humanos para recordar que existen obligaciones y estándares ineludibles incluso en contexto de crisis; por otro, una insistencia en lo que es lo más propio del enfoque de derechos humanos: recordar que estas crisis tienen impacto diferenciado en razón de género, raza, condición socioeconómica, edad, nacionalidad, etcétera.
En suma, ante la pandemia los derechos humanos son una herramienta útil. Más allá de estándares y tratados, su reivindicación puede contribuir a que, frente a un inmenso reto que moviliza temores profundos y que nos recuerda nuestra común fragilidad, se haga la realidad la esencia misma de los derechos humanos: la convicción profunda de que, al tiempo que todos y todas compartimos igual dignidad, debemos hacernos cargo especialmente de quienes se encuentran en los sectores más desaventajados. La intuición de que nos volvemos más humanos cuando nos preocupamos por quienes aún viven en las condiciones más inhumanas.