La creación del Centro Prodh ha sido la expresión de nuestra misión y de nuestra búsqueda por atender una situación especial del país que sigue reclamando este servicio, ante una realidad dolorosa que deja sufrimiento y víctimas que se cuentan por miles. El año de fundación del Centro coincidió con la beatificación del Padre Miguel Agustín Pro, jesuita mexicano que fue testimonio vivo de la defensa de los derechos humanos y él mismo víctima de la injusticia. Por ello, el Centro lleva su nombre.
La misión del Centro Prodh no ha perdido pertinencia y actualidad. Hoy la defensa de los derechos de las personas y las comunidades ante un Estado de Derecho destruido, ante una cultura de la muerte, ante la miseria y el despojo y ante la innegable y dolorosa falta de justicia, es una batalla crucial para la promoción de una sociedad más justa, en la que la dignidad humana se respete plenamente. Esta misión sigue respondiendo a nuestro espíritu. Son ya miles de hombres y mujeres quienes, a lo largo de 30 años, se han acercado a esta obra con la esperanza de encontrar manos que los conforten y un camino a la justicia.
Decenas de jesuitas y laicos se han abocado a ello, comprometiéndose en una forma de vida y de servicio.
La Compañía de Jesús hoy confirma esta opción y se siente agradecida por el llamado a comprometerse y por la solidaridad que en este camino ha encontrado como expresión actual del servicio que le es propio.