AUTOR: Julio Hernández López
FUENTE: La Jornada
FECHA: 19 de mayo de 2017
- Sting: fragilidad y «normalidad»
- Los 43, herida viva
- «Carpetazo» prelectoral
- UNPF: contra libros de texto
Juuo Hernández López El músico británico conocido como Sting (aguijón) no acepta la «normalidad» mexicana que, en muchos casos, pretende cerrar los ojos o parece hartarse ante la demanda de que cese la desaparición forzada de personas y que aparezcan con vida o se diga la verdad y se haga justicia respecto de ellas. En especial, Gordon Matthew Thomas Sumner, nacido el 2 de octubre de 1951 en Reino Unido, ha vuelto a mover los micrófonos y reflectores, relacionados con sus presentaciones artísticas, hacia el caso de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, tal vez el peor y más aberrante baldón de la administración peñista, tan competitiva en materia de culpas históricas.
En el Auditorio Nacional, Sting portó una camiseta blanca, con las fotografías de los normalistas desaparecidos, a la hora de interpretar Fragüe (Frágil), canción que entre sus líneas plantea rse toma como traducción la versión disponible en una de tantas páginas de ese tipo; en este caso, www.songstraducidas.com): «La sangre fluirá cuando se unan carne y acero. Y tomará el color del sol de la tarde al secarse. La lluvia de mañana limpiará las manchas, pero algo quedará para siempre en nuestras mentes. Quizá este acto final suponga cerrar una disputa que dura una vida; que nada bueno viene de la violencia, y nada nunca vendrá para todos aquellos nacidos bajo una estrella airada. No vaya a ser que olvidemos cuán frágiles somos».
La fragilidad mexicana (la de sus gobiernos y la de la sociedad) aspira a que se asuma como relativamente natural que no se cuente con información científica sustentada y creíble para explicar la desaparición de los 43 aspirantes a profesores. Para el gobierno ha sido más fácil sostener una narrativa groseramente ficcional, obscenamente insostenible, como si fuera una «verdad histórica». Y en cierto segmento de la sociedad mexicana , sometida a un interminable desfile de sucesos conmocionantes, dedicadá en particular a defender su vida, integridad y bienes (los que estos tienen), ha llegado a instalarse la simplista pero cómoda percepción de que demandar justicia y verdad respecto de los desaparecidos, y presionar para que no haya más sucesos de esa índole, es una especie de obstinación sin sentido, un capricho ideológico o político, y no la más elemental de las obligaciones de una comunidad con salud cívica.
#NoEsNormal la desaparición forzada de tantos mexicanos, señala Amnistía Internacional, cuyos representantes se reunieron con Sting, al igual que familiares de los 43. Pero la administración peñista pretende cerrar el caso, como preparativo electoral. En cumplimiento de ese objetivo se mueven las instancias de la Procuraduría General de la República y de la Secretaría de Relaciones Exteriores, tratando de convencer a organismos internacionales de la admisibilidad de las conclusiones fundadas en el mendaz ex procurador Jesús Murillo Karam. Se busca «suavizar» un reporte por venir, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y se «sensibiliza» a otros gobiernos de la impertinencia de aceptar instancias internacionales como lo fue el desaparecido Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes.
El deseo de dar «carpetazo» al expediente de los 43 está relacionado con los ánimos electorales que hoy predominan en el actuar del equipo peñista. No hay personaje del primer nivel político de dicha administración que no tenga responsabilidad histórica, por acción o por omisión, respecto de los sucesos de Iguala. En particular, el secretario de gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, sabe que el fantasma de Ayotzinapa estará presente en cualquier aspiración electoral que pudiese concretar. Lo mismo sucede con el subgrupo de Luis Videgaray Caso, donde algunas voces tratan de rehabilitar como «aspirante» a la candidatura presidencial a Aurelio Ñuño, el secretario de Educación Pública que podría proponer, como lema de campaña, que los mexicanos se dediquen a «1er».
La Unión Nacional de Padres de Familia (UNPF) ha anunciado que organizará un movimiento que tratará de impedir la distribución y el uso de los libros gratuitos de texto, sobre ciencias naturales, en escuelas primarias. La causa de ese proyecto de activismo de derecha es la información sobre temas sexuales que la Secretaría de Educación Pública (SEP) ha incluido en los volúmenes que ya están impresos. A lo largo de su historia, dicha unión ha encabezado manifestaciones cargadas de conservadurismo, confrontando actos y expresiones que, según esa visión muy influida por las opiniones de altos jefes de la catolicidad más regresiva, atentan contra valores «básicos» y derechos «naturales». Al complicado escenario político y social que ya se vive (y se agudizará conforme se acerquen los momentos sucesorios cruciales), con la administración peñista sujeta a tensiones y presiones diversas, podría añadirse el factor religioso, caracterizado de repulsa de ciertos padres de familia a las políticas de sexualidad impresas en esos libros de texto.
El gobernador de Chihuahua, Javier Corral, considera que en «pocos días» podrá dar a conocer datos más precisos respecto de graves hechos violentos acontecidos en esa entidad, como el asesinato de Miroslava Breach, la corresponsal de La Jornada que fue ejecutada a la salida de su domicilio y frente a su hijo. Este miércoles, al final de la sesión en Los Pinos para anunciar presuntas mejorías en la protección a periodistas, Corral entregó a Enrique Peña Nieto un documento con información específica sobre el tema. Hay pasos que solamente pueden dar los gobernadores en sus estados (en caso de que hubiera voluntad política, como parece haberla en el panista mandatario norteño) si hay respaldo pleno de las autoridades y las fuerzas federales; de otra mañera, los movimientos locales pueden prestarse a maniobras políticas y partidistas, incluso a revanchas federales.
Y, mientras en el valle de México se ha llegado a la marca de cuatro días seguidos de contingencia ambiental en Fase I, ¡hasta el próximo lunes!