AUTOR: César Martínez
FUENTE: Reforma
FECHA: 1 de enero de 2017
Como secretario ejecutivo de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), asegura Emilio Álvarez Icaza, observó en primera fila el cabildeo que el Gobierno de México realizó contra este organismo continental.
En entrevista, recuerda que cuando llegó a la CIDH, en agosto de 2012, el país era uno de los que más apoyaban a la Comisión, pero poco a poco, lamenta, fue cambiando su discurso hasta repetir lo mismo que la Venezuela de Hugo Chávez.
«México empieza a tener estas posiciones, pidiéndole a los donantes europeos que ya no den recursos en derechos humanos, haciendo lobby para que no recibiera recursos la Comisión, yo lo escuché», comenta.
«Y ni creas que con mucho pudor; en reuniones en Washington, con todos los observadores de la OEA, el Embajador mexicano (Luis de Alba) diciendo ‘ya no den a derechos humanos, ya no se necesita’, justamente para generar una condición de falta de recursos, con el ánimo de limitar el trabajo de la Comisión».
Para el ex ombudsman del Distrito Federal, el Gobierno de México no entendió que los organismos internacionales son para tutelar los derechos humanos de las personas, no para aplaudir a los gobiernos, por lo que reaccionó virulentamente cuando la Comisión Interamericana se comenzó a preocupar más por la situación del país.
«Ese cambio de entendimiento es lo que pasó con este Gobierno, el centro ya no fueron los derechos de las personas, cómo proteger a las víctimas, el centro fue la imagen del país, del Gobierno, del Presidente; ese cambio de eje lleva a un cambio de posición», plantea.
«Tuvimos muchas acciones con otros países, casos a la Corte Interamericana, visitas in situ, recomendaciones, y no tuvimos ese tipo de reacciones, países como Canadá, Costa Rica, Chile».
Álvarez Icaza señala que al inicio la Administración de Enrique Peña Nieto dio señales de acercamiento, con temas como la Ley de Víctimas, pero dos casos de violaciones graves a derechos humanos marcaron el quiebre de discurso: el de Tlatlaya y el de Ayotzinapa.