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AUTOR:DPA/AFP

FUENTE: Milenio Diario

FECHA:12 de Agosto de 2016

El gobierno de Nicaragua protestó por la actitud «injerencista» de México, en una airada respuesta a declaraciones del embajador mexicano ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Alfonso de Alba.

En sus habituales declaraciones diarias a medios oficiales, la primera dama Rosario Murillo aludió a lo ocurrido ayer en la sesión del Consejo Permanente de la OEA, cuando De Alba criticó la reciente destitución de 28 diputados opositores nicaragüenses.

«Es inconcebible que se exprese preocupación por situaciones internas de países como Venezuela y Nicaragua, cuando México presenta una situación interna que todo el mundo ha caracterizado como caótica (…) por violaciones continuas a los derechos humanos», afirmó Murillo.

En la sesión celebrada en Washington, el diplomático mexicano comentó que la destitución de los parlamentarios opositores al gobierno de Daniel Ortega viene a «debilitar y prácticamente neutralizar a la oposición, en un momento en el que el país está inmerso en un proceso electoral muy importante».

Murillo dijo que le sorprendía que un funcionario mexicano se refiriera a asuntos internos de Nicaragua, cuando aquel país enfrenta situaciones como «la desaparición de decenas de miles de personas (y) los 43 estudiantes de Ayotzinapa que todavía no aparecen».

Agregó que fueron «intervenciones desafortunadas, catalogadas también dentro de nuestra representación como intervenciones serviles, serviles a los intereses del imperio, en el caso de la intervención principal, la intervención del embajador de México».

Según Murillo, el embajador alterno de Nicaragua en la OEA, Luis Alvarado, le dejó claro a su colega mexicano que su país se rige por sus leyes y su Constitución y respeta las leyes y las constituciones de otros países. «No tenemos declaraciones injerencistas ni intervencionistas, y tampoco servimos de caja de resonancia a intereses imperiales», añadió la primera dama y vocera oficial.

«Primero se ordena la casa y después se ve el vecindario».

A solo tres meses de las elecciones del 6 de noviembre, las autoridades de Nicaragua excluyeron de los comicios a la principal coalición antigubernamental, además de destituir a los 28 diputados de la única bancada opositora.

El presidente Ortega, de 70 años, gobernó entre 1985 y 1990, durante la revolución sandinista (1979-1990), y retornó al poder en 2007. En estos comicios buscará su segunda reelección para un cuarto mandato, el tercero en forma consecutiva, con su esposa Murillo como candidata a la vicepresidencia.

En sus declaraciones, el embajador mexicano dijo que su país estaba preocupado por el «impacto» que tienen las medidas oficiales, «al debilitar y prácticamente neutralizar a la oposición cuando el país está inmerso en un proceso electoral muy importante».

De Alba llamó la atención sobre la destitución a finales de julio de 28 diputados opositores que se negaron a reconocer un fallo del máximo tribunal judicial, el cual dejó fuera de las próximas elecciones presidenciales a una coalición opositora.

El debate no fue parte del orden del día en la reunión del Consejo Permanente y solo fue presentado por México en los últimos puntos de la sesión, siendo la primera vez que la OEA discute las decisiones contra la oposición en Nicaragua.

Aunque los demás países se mantuvieron al margen, el tema generó un tenso intercambio entre De Alba y Alvarado.

«No consideramos que se trate de un acto injerencista como tampoco lo fue el apoyo que México le dio a la revolución sandinista en su momento», dijo De Alba en alusión al derrocamiento de la dinastía de Anastasio Somoza en 1979. «La lucha revolucionaria la realizamos los nicaragüenses», replicó Alvarado.