AUTOR: Viridiana Ríos
FUENTE: Excélsior
FECHA: domingo, 29 de mayo de 2016
Estamos cometiendo un error al utilizar a Ayotzinapa para quejarnos de que el gobierno es corrupto y, en ocasiones, parte del crimen organizado. Eso ya lo sabemos. La lección más importante de Ayotzinapa es que los procesos de investigación que sigue la PGR deben cambiarse de raíz. En ello deben enfocarse nuestras exigencias, no en seguir discutiendo el detalle de las irregularidades del caso. Reflexiono sobre tres asuntos cruciales a empujar.
El miércoles, el GIEI estuvo en Washington, D.C., en su primera aparición pública luego de cerrar sus investigaciones en México. El Wilson Center, un centro de investigación apartidista, los recibió junto con representantes de las autoridades mexicanas y padres de los desaparecidos.
El GIEI habló, de primera mano y ante representantes de la prensa internacional, de los problemas que encontraron en la investigación, y que ya todos sabemos: Los jóvenes no fueron a atacar el acto político de la esposa del alcalde de Iguala, como se había manejado oficialmente, de hecho llegaron una hora tarde. Había un quinto autobús que no fue considerado en la versión oficial de la PGR, que abre líneas de investigación que fueron ignoradas. Aún más, no hay evidencia de quema masiva de personas en el basurero de Cocula, ya que hay un árbol y piedras sin quemar.
Todo ello es preocupante, sí.
Sin embargo, es imperante que nos demos cuenta de que lo más importante que el GIEI deja a México no es una lista de irregularidades, sino la evidencia contundente de que los procedimientos de investigación que actualmente sigue la PGR impiden proveer de justicia a las víctimas del delito.
La única «verdad histórica» que nos deja el caso de Ayotzinapa es que la PGR debe cambiar de raíz, mejorando sus procesos, profesionalizando a sus agentes y coordinando sus diligencias. Hay tres aspectos críticos:
1. Exigir la eliminación absoluta de la tortura como mecanismo de confesión del sistema judicial. Todo parece indicar que la versión de la PGR fue creada a partir de declaraciones hechas con tortura. Los cinco que dijeron la versión del basurero de Cocula tenían heridas y declararon que se les pusieron trapos en la nariz y se les golpeó, se les dieron toques en la cara y en los testículos, y se les asfixió con bolsas en la cara. Organismos internacionales, como Amnistía, han demostrado que la tortura es común en los interrogatorios judiciales.
2. Crear mecanismos para coordinar los esfuerzos de distintas autoridades judiciales. Diligencias y diligencias se llevan a cabo por agentes de distintos ministerios públicos sin colaboración. Ello se debe principalmente a que, por ley, distintos delitos son perseguidos en distintos niveles de gobierno, y a que operativamente la PGR no se comunica con las PGJs estatales. Estados y Federación actúan con desconfianza unos de otros, sin trabajo en equipo.
3. Reducir la excesiva burocratización de los procesos de la PGR. La cantidad de papeleo, oficios y procesos ineficientes que se llevan a cabo en el proceso de impartición de justicia impide que se creen hipótesis en tiempo real y con colaboración de varias fuentes. La PGR opera con mecanismos que no se han modernizado, y que les lleva a perder de vista distintas líneas de investigación. A los ministerios públicos se les debe evaluar por la calidad de su trabajo, no por la realización de procesos burocráticos.
Seguir centrando el debate de Ayotzinapa en asuntos procedimentales o en «los queremos vivos» nos quita la oportunidad de exigir lo que verdaderamente importa: una PGR que se transforme en una institución funcional, asumiendo los costos de corto plazo que ello implica. El costo político y presupuestal de transformar la PGR es alto sobre todo porque, mientras se rediseñan sus procesos, la situación incluso podrá empeorar.
Ayotzinapa debe convertirse en el punto de inflexión en el cual México comenzó a darse cuenta de que la PGR es más incapaz que maquiavélica, es más disfuncional que maligna, y necesita mucha más ayuda y recursos de los que hasta ahora se le han dado. La PGR también llora.
…[tc]