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MEDIO: Proceso

TIPO: Revista

AUTORÍA: Marcela Turati

FECHA: 14 de febrero de 2016

Un par de horas después de Ja conferencia de prensa en la que enterraron la «verdad histórica» de la PGR atada al calcinamiento de los 43 normalistas de Ayotzinapa en el basurero de Cocula, los representantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), Mercedes Doretti y Miguel Nieva, señalan la urgencia de aplicar nuevas tecnologías para continuar la búsqueda en otros sitios.

Doretti propone traer gente especializada en usar «tecnología satelital, georradares y otros instrumentos» utilizados en la búsqueda de fosas en Los Balcanes, y Nieva sugiere métodos que este equipo independiente ha utilizado desde sus inicios, en 1984, en Argentina, cuando rastreaban entierros de personas en gigantescos campos militares.

«LiDAR es una tecnología láser que se pasa desde un avión, se va escaneando y te permite hacer imágenes que analizar, ver dónde hay fosas; también el georradar, tecnología que hemos ido usando desde hace cinco años, y hacer otro tipo de búsquedas. No es fácil encontrar algo en un terreno de estas características, menos en terrenos tan complicados, con muchos accidentes geográficos. No es una tarea sencilla y lleva tiempo», explica Nieva.

«Hemos venido pidiendo LiDAR desde octubre de 2014. Y estamos proponiendo toda una batería de métodos, unos nuevos otros no tanto, combinados, para tener resultados. Combinar las hipótesis, testimonios, investigación, (información de) inteligencia que haya y cruzando datos y tecnología de modo interdisciplinarios; si no, es muy difícil», agrega Doretti.

En la entrevista para Proceso los forenses argentinos lucen cansados pero a la vez relajados, como liberados de una carga pesada tras haber dicho en público que sus estudios científicos arrojan que esa versión es imposible. Horas antes se notaban tensos.

Lamentan el tiempo perdido de búsqueda de «los chicos» -así se refieren a los estudiantes- por el enfrascamiento de la búsqueda en Cocula.

Un año después de que las familias de los normalistas nombraron al equipo como su representante para coadyuvar con la PGR, los 26 peritos internacionales concluyeron que los casquillos y proyectiles recogidos en el basurero no embonan con las armas que los presuntos asesinos dicen haber utilizado.

Tampoco hay evidencias de que hubo una enorme pira mortuoria en el tiradero entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, pues el follaje y los troncos de los alrededores no presentan señales de calcinación a ese grado e, incluso, encontraron plantas vivas que habían brotado meses antes del supuesto incendio.

No encontraron vínculo entre el basurero y los restos que supuestamente fueron hallados en el río San Juan de Cocula, y que según la PGR fue lo que quedó de los normalistas.

El EAAF halló y estudió miles de fragmentos de restos óseos, todos o calcinados o carbonizados, de los que pudieron deducir la existencia de al menos 19 cadáveres de personas quemadas en distintos eventos y fechas, y descartaron que los huesos sean de los estudiantes. Uno de los huesos era una mandíbula con dientes de porcelana, prótesis que ninguno de los estudiantes utilizaba.

El hallazgo de miles de fragmentos de restos óseos en el lugar les causa dudas: ¿Hubo durante mucho tiempo muchas fogatas encimadas como para que hubiera ese mezcladero de restos, todos carbonizados o calcinados («más estilo crematorio o altas temperaturas»), ninguno intacto, en un mismo terreno? ¿O alguien manipuló el lugar, sembró esos huesos y los mezcló? La excelente conservación del fragmento del hueso de Alexander Mora Venancio, según la PGR quemado como sus compañeros en Cocula y sus restos aventados en el río San Juan con los demás, que dio positivo en identificación por medio de ADN nuclear, les parece «rara».

No sólo porque no hubo cadena de custodia que certificara quién lo encontró y exactamente dónde, o porque después les informaron que el marino que lo rescató del río está muerto. También porque ese hueso grande, blanco, no quemado, no tiene parecido a los otros restos encontrados en el agua ni con los del basurero que de tan quemados se rompen.

«Esta muestra sinceramente no tiene que ver con todo lo que estamos encontrando ahí. Además, ¿la probabilidad numérica de que se haya conservado este fragmento, pensar que pudo venir de ahí? Si hubieran encontrado otro hueso, entonces sí, perfecto. Por ahí hay probabilidad baja en este contexto porque tienes muchos miles de fragmentos ¿y uno solo que no se quemó?», cuestiona Nieva. «Este que es mucho más grande y viene de una zona intermedia del cuerpo, del sacro, en la zona del abdomen -continúa Doretti, tocándose las caderas-, y si supuestamente hubo muchos cuerpos encimados, ¿cómo sobrevive una pieza y nada, nada sobrevive del resto?» Los «errores» de Murillo Aunque tanto la PGR como el EAAF tuvieron el mismo acceso a las muestras extraídas del basurero desde noviembre de 2014, el entonces titular de la PGR, Jesús Murillo Karam, adelantó sus conclusiones en aquella conferencia de enero siguiente, en la cual aseguró que en ese lugar «más de 40» estudiantes fueron quemados y presentó fotos de objetos y rocas quemadas como «la» evidencia.

«(Lo anunciado) obedece a intereses que no tienen que ver con una investigación seria», determina la antropóloga forense que trabaja en México desde 2008, cuando investigaba los feminiridios en Ciudad Juárez. Sus hallazgos sobre los errores periciales se convirtieron en recomendaciones en la sentencia del Campo Algodonero de la CIDII contra el Estado mexicano.

En la entrevista desglosa los errores del exprocurador: adelantarse a dar resultados sin tener toda la evidencia procesada, leer la evidencia de forma aislada, dar más peso a los testimonios de los inculpados desestimando las evidencias físicas, ligar hallazgos como si todo lo que encontró quemado hubiera sido consecuencia de la supuesta pira fúnebre del 26 y 27 de septiembre sin tomar en cuenta que en ese lugar tenía historial de incendios. Otro error fue adjudicar la quema al «efecto horno» por los gases contenidos, fenómeno imposible en lugares al aire libre.

El historial del basurero, dice la experta, era muy fácil de obtener: «Uno va a Goog¡e Earth, toma herramienta de historial y ve las transformaciones del lugar».

Cuando el EAAF manifestó su desacuerdo con la «verdad» de Murillo, de inmediato recibió ataques por poner en duda el prestigio de la UNAM, que participó en dos estudios.

El estudio de la UNAM, explican, analiza para la PGR el comportamiento de dos plantas; el EAAF analizó 20.

Además, el estudio de la presencia de insectos que aparecen cuando hay cadáveres, que la PGR también utilizó, no toma en cuenta el contexto pues esos animales también aparecen por excremento animal. Por ello, el EAAF descartó eso como referencia.

Ni 43 ni 19 estudiantes El pasado 23 de enero fue detenido Bernabé Sotelo Salinas, alias El Peluco, quien confesó ser uno de los asesinos de los 43 y en sus declaraciones menciona que sólo 19 normalistas llegaron vivos al basurero.

Según Santiago Aguirre, del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, Sotelo Salinas no quiso declarar cuántos de ellos fueron calcinados.

Aguirre dice que al equipo de abogados de los padres de los normalistas le llama la atención que la declaración surge «coincidentemente» cuando el EAAF está por informar el hallazgo de restos de al menos 19 personas.

Con base en esa supuesta revelación, se le pregunta a los argentinos: ¿En Cocula pudieron haber quemado a 19 y no a 43 estudiantes? Nieva señala que, como en todo trabajo científico, se partió de una hipótesis, que era la quema de 43, la cual descartaron entre 26 peritos de Argentina, México, Estados Unidos, Colombia, Uruguay y Canadá, expertos en arqueología, antropología, criminalística, entomología y botánica forense, balística, dinámica de fuego, interpretación de imágenes satelitales, odontología forense, genética y en trauma óseo.

Cuando se le insiste, menciona que el EAAF hizo un curso en incendios donde experimentaron quemando a cuatro cerdos muertos «y claramente vimos que no te podías ni acercar ni a 10 metros». Por lo que considera que quemar 19 no era posible.

«Nuestro informe coincide con muchas cosas que dice (José) Torero», menciona refiriéndose al experto peruano que hizo las pruebas de fuego para el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), contratado por la Comisión Tnteramericana de Derechos Humanos (CIDH) para investigar el mismo caso. «Él llega a las mismas conclusiones desde lo macro, nosotros desde lo micro», resume.

En este punto Doretti agrega: «Mañana va a venir otro (detenido) a decir otra cosa y permanentemente van a hacer lo mismo, tratando de que la evidencia física confirme lo que dice el detenido. Y ahora, como la evidencia física no da, están cambiando lo que dicen los detenidos. En un contexto así va a ser muy difícil porque no podemos obtener ADN (de los restos).

La opinión de los inculpados tiene un peso que no puede tener, sobre todo cuando cambian de idea, cuando se habla de-que Pagina ¿ í hubo tortura, etcétera».

Los expertos creen que, al igual que el del G1E1, su dictamen recibirá ataques o descalificaciones, por lo que Doretti señala: «El Alto Comisionado de las Naciones Unidas de los Derechos Humanos dijo cuando vino algo muy claro: terminar con la idea de perseguir al mensajero y centrarnos en el mensaje. Acá es lo mismo: centrémonos en la evidencia, no en el mensajero».

Ambos mencionan que la PCtR debe investigar el basurero para investigar a quiénes pertenecen los restos encontrados y qué pasaba en ese lugar, pero ampliar la búsqueda de los 43 a otros sitios.

«No sé si vamos a encontrar a los chicos, pero con seguridad vamos a encontrar un montón de fosas», adelanta Nieva.

Plantean ahora que en vez de perder más tiempo con otro tercer peritaje al mismo sitio ya estudiado por la PGR, el GIEI y el EAAF, debería haber una reunión entre los peritos independientes y los de PGR que participaron en las búsquedas para discutir entre pares resultados, hipótesis y metodologías usadas, hasta sacar conclusiones. Como se hace en la ciencia.

«El sitio, desde nuestro punto de vista, ya está agotado. Habiendo ya peritaje de la PGR, del GIEI y nuestro, ya no sé qué más se puede analizar. Nuestras conclusiones son coincidentes con las del GIEI. Sinceramente no sé qué más estudios se puedan hacer: más de 20 peritos, más de 10 disciplinas distintas», dice la antropóloga.

Como peritos forenses que llevan años trabajando con la PGR, en este caso y en otras fosas como las de San Fernando, los aprendizajes para Servicios Periciales de la PGR en este caso son claros: trabajar de manera multidisciplinaria, tener junta interna de peritos para que las distintas disciplinas compartan los resultados entre sí antes de enviarlos al Ministerio Público, «porque, si no, la decisión sobre cuál de esos dictámenes es el apropiado recae en una persona que no es forense».

Y concluye: «En cualquier lugar es mejor que los servicios forenses sean independientes, pero en contextos donde hay severas violaciones de derechos humanos y un número muy alto de criminalidad, como el caso de México, y en gran parte ligado a un fenómeno muy complejo ligado al narcotráfico, es importantísimo que haya equipos de peritos independientes».