El caso del joven Marco Antonio pone de relieve, una vez más, la relación de tres categorías que aún no encuentran armonía en la Ciudad de México: policía, juventudes y derechos humanos.
Sin embargo, mientras que políticas de este corte no han sido plenamente adoptados, seguimos teniendo episodios que dan cuenta de que en la relación que la Ciudad de México establece con los jóvenes priva una lógica punitiva en la que la sanción y el uso de la fuerza son los ejes, sobre todo en las zonas de mayor marginación.
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