La detención materialmente existió y fue obra de policías que agentes del Estado. Cabe decir que no importa si sólo duró cinco minutos, sino que constituyó una detención basada en una supuesta denuncia de robo a cargo de una víctima que, por cierto, nunca apareció, lo que permite presumir además que no hubo flagrancia y que tal detención fue arbitraria.
Creo que es muy importante enviar un mensaje fuerte a la policía de la ciudad que resuene también en el Palacio del Ayuntamiento. No es posible que la más alta autoridad de la ciudad actúe como si todo lo ocurrido al joven hubiese sido ajeno a la voluntad de los agentes de su gobierno. Por ello, el caso amerita elevar el costo político al jefe de Gobierno. Un hecho como éste es muy grave y no debemos permitir que se minimice. Además de una probable tortura y de una detención arbitraria, no creo que sea tan obvio descartar una desaparición forzada del adolescente Marco Antonio Sánchez Flores; al menos no, desde una perspectiva comprometida con el respeto a los derechos humanos.
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