Bajo la lupa, La edición de hoy, Uncategorized — julio 20, 2017 at 7:20 am

Cuando salgan los beneficiados de la reforma penal| Luis González Placencia en Animal Político

¡Ahí está el detalle!

La alarma que algunos gobernadores, encabezados por el jefe de Gobierno del Distrito Federal, han alzado por la eventual salida de 4 mil personas que hoy enfrentan procesos penales en prisión privativa es sólo demagogia. Es necesario recordar que estas personas se encuentran bajo proceso, es decir, están siendo juzgadas y aún no han recibido sentencia; técnicamente son inocentes. De hallárseles culpables, dependiendo del delito por el que fueron acusados, es muy probable que vuelvan a prisión a cumplir su sentencia. Si son absueltas, entonces -por lo menos-, el sistema no les deberá haberlas privado de la libertad injustamente mientras eran juzgadas.

Ya es tiempo de que nos demos cuenta de que encerrar personas no es en absoluto favorable. No lo es para los internos, quienes viven los efectos de una institución oprobiosa que además ha demostrado ser una eficiente bolsa de trabajo para el crimen organizado; no lo es para el Estado, que debe lidiar con los problemas de sobrepoblación, los motines y la corrupción que se viven cotidianamente en las prisiones; y desde luego no lo es para la sociedad, que hipócritamente piensa que excluyendo se resuelven los problemas de la inseguridad y el delito que nos aquejan.

La solución no está, por tanto, ni en evitar que estas personas cumplan su proceso en libertad, ni en aumentar el catálogo de delitos graves, ni en meter más gente a la cárcel. La solución pasa mucho más por resolver las inequidades, por disminuir las brechas sociales y en mucho, también, por detener la corrupción y la impunidad asociada a ella. De cara a la cifra oscura, es claro que el sistema penal y la cárcel juegan un rol simbólico en el combate al delito; entender eso significa entonces reservar el castigo más severo a quienes más daño causan. Dicho de otro modo, si de todas formas el sistema penal no puede hacerse cargo de todos los delitos, debería dejar en paz a quienes apenas representan un riesgo residual y centrarse en aquellos que, tanto y de tantos modos, han defraudado el país que hoy habríamos podido tener.

 

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