Bajo la lupa, La edición de hoy — octubre 28, 2016 at 8:20 am

Anatomía de la Corrupción/ Darío Ramírez en Sin Embargo

¡Ahí está el detalle!

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Enrique Peña Nieto insiste en normalizar la corrupción en nuestro país. En 2014 –posterior al escándalo de la Casa Blanca- afirmó que para combatir la corrupción se debe de reconocer que es un problema de nuestra cultura. Hace unas semanas, durante la inauguración de la Semana Nacional de la Transparencia Peña arremetió otra vez “Si hablamos de corrupción, no hay nadie que pueda aventar la primera piedra”. Finalizó “Porque este tema que tanto lacera, la corrupción, lo está en todos los órdenes de la sociedad y en todos los ámbitos. No hay alguien que pueda atreverse a arrojar la primera piedra, todos somos parte de un modelo…”

Los señalamientos presidenciales apuntan a generalizar el problema en aras de que pese menos sobre sus hombros lo que la sociedad apunta como un grave problema. Es decir, para los mexicanos, la corrupción es el 2° problema más apremiante, por encima del desempleo y la pobreza. La anotación sería que no todos somos el Presidente y no todos tenemos la capacidad para cambiar el rumbo del país.

El problema no es cultural. Es sistémico e institucional. El Presidente no es el único culpable, es cierto, pero sí minimiza el poder que tiene como Jefe de Estado. Los dichos de Peña son aún más preocupantes con el contexto que describe Anatomía de la Corrupción. El motor de cambio en el apartado de gobierno y las instituciones es inexistente. Ningún actor serio –excepto la sociedad civil- podrá marcar un nuevo rumbo. Lo agonizante del momento es que tampoco se le ve el músculo a la sociedad civil para enfrentar el establishment.

*Lea el artículo completo en Sin Embargo.