Desconfianza en las autoridades municipales y en la aplicación de la justicia, colusión de funcionarios con la delincuencia organizada, amenazas e incluso agresiones de la policía a la población civil, son algunas características de la vida en Iguala, Guerrero, afirma la activista Diana Carolina Brito, quien recibió un machetazo en el brazo derecho el pasado 13 de agosto, durante la irrupción de un grupo armado en la colonia Tlachinollan.
La impunidad es la que gobierna, dice a Cimacnoticias la integrante de la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en México, al describir ese municipio, ubicado al norte del estado y escenario de la desaparición, el 26 y 27 de septiembre de 2014, de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, Raúl Isidro Burgos, a manos de elementos de la fuerza pública, un caso que ha dado la vuelta al mundo.
Para Diana Carolina, en Iguala no hay certeza de justicia en ningún caso, no importa si tiene que ver con delincuencia organizada o es un conflicto por la tenencia de la tierra, como el que originó la agresión del pasado sábado. “Dudo, estoy temerosa de que haya justicia, trato de cerrar los ojos, de tener calma pero creo que es peor, aumenta la impotencia”, lamenta. (Cimac)