Bajo la lupa, La edición de hoy — agosto 2, 2016 at 8:20 am

El pensamiento indígena contemporáneo/ Francisco López Bárcenas en La Jornada

¡Ahí está el detalle!

chrome_2016-08-02_08-39-28Con el advenimiento de la apertura comercial, el Estado mexicano modificó sus formas de legitimación porque el indigenismo resultaba insuficiente para suplantar a los pueblos indígenas en el reclamo de sus derechos y se inventó entonces la política del multiculturalismo, que el Estado convirtió en una ideología para neutralizar sus luchas, arrebatándoles el carácter de sujetos políticos. Los intelectuales indígenas colocados de su lado tuvieron que transformar su quehacer, y los que no lo hicieron quedaron fuera de ese espacio, mientras otros se apresuraban a ocupar los espacios que el poder estaba dispuesto a cederles a cambio de impulsar su nueva ideología.

Hoy nos encontramos ante el reto de pensarnos como pueblos indígenas y como sociedades diferentes en un contexto donde muchas de las condiciones son adversas para hacerlo, reto similar al que enfrentan los pueblos de los cuales provenimos, para hacerse visibles y reclamar su derecho a seguir siendo pueblos pero remontando la situación de colonialismo en que viven.

Requerimos de la construcción de un conocimiento que genere conciencia social de que los pueblos son pueblos, que tienen derecho a seguir siéndolo, y nadie lo tiene para negárselos; que su fortaleza está en su diferencia del resto de la sociedad dominante, que esa sociedad ha convertido en pivote para la subordinación y que ahora los pueblos deben convertirla en instrumento de emancipación. En los escenarios de lucha donde unos piensan que la historia sólo tiene un sentido y el futuro de la humanidad es el de la dominación del capital sobre la vida, debemos construir escenarios donde el centro de todo sea la vida y en eso los pueblos tienen mucho que enseña al resto de la humanidad. Es nuestra responsabilidad poner nuestros esfuerzos a esa causa.

Para ser contemporáneo, el pensamiento indígena debe alimentarse de la realidad de los pueblos y contribuir a su transformación. Debe aportar elementos teóricos que sirvan de guía en su lucha por la descolonización y nutrirse de ella, pues resulta un contrasentido un discurso sobre la descolonización que carezca de una práctica descolonizadora. Pero no puede encerrarse en sí mismo; debe dialogar con otros pensamientos de otras culturas que persigan los mismos fines, para lo cual es necesario modificar las formas subordinadas de relación entre pensamientos y culturas diferentes. (La Jornada)