Bajo la lupa, La edición de hoy — junio 7, 2016 at 8:20 am

En México, familias enteras laceradas por la tortura / Natalia Pérez Cordero en Animal Político

¡Ahí está el detalle!

Tortura
Tortura

Las hermanas Ana, Beatriz y Celia González Pérez son indígenas tzeltales originarias de Chiapas y simpatizantes de la organización política del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). El 4 de junio de 1994, las tres chicas[1]en compañía de su madre, la señora Delia Pérez, iban de vuelta a su comunidad luego de ir a vender las verduras y hortalizas que ellas mismas cosechaban, cuando se encontraron en el camino con un retén militar. Al toparse de frente con los militares que se encontraban en el retén, ellos las comenzaron a interrogar acerca de sus nombres, su ocupación, hacia donde se dirigían y sobre su pertenencia al EZLN. Las cuatro mujeres no pudieron responder a las preguntas ya que no entendían por completo el español; ante la falta de respuesta, los militares se molestaron y comenzaron a revisarlas; al no encontrar nada ilícito las trasladaron a otro retén militar.

Ya en el segundo retén militar, la señora Delia comenzó a llorar, por lo que la separaron de sus tres hijas argumentando que ellas tenían que hablar con el sargento, quien a su vez le dijo a las tres hermanas que tenían que esperar a que fuera el comandante para que hablara con ellas. Mientras el sargento se comunicaba por radio con el comandante, aproximadamente diez soldados que estaban en el lugar les preguntaron si eran solteras, respondiendo que sí, “nos dijeron que mejor, para que pasáramos una noche con ellos”. Los soldados las llevaron por la fuerza, entre jaloneos y gritos, a una casa que estaba ahí, mientras la madre se quedó afuera. La casa en donde las metieron era de un solo cuarto de tablas y sin ventanas, las arrojaron al piso y entre varios militares las sujetaron de pies y manos mientras otros las violaban sexualmente. Desde afuera la señora Delia podía escuchar los gritos de horror de sus hijas que estaban siendo abusadas por los militares.

Una forma de combatir este velo de impunidad fomentado por el Estado para proteger a los agentes estatales que incurren en actos de tortura es visibilizar estos casos, denunciar públicamente por todos los medios posibles el horror de la tortura en apoyo a las víctimas que la han sufrido, donde familias enteras se han visto laceradas por esta práctica, despojadas de su vida habitual para comenzar una pesadilla que inicia con la detención injustificada, seguida de la tortura y que se perpetua con la impunidad con la que viven a diario, ante la falta de investigaciones serias e imparciales que permitan identificar y sancionar a los responsables de tan atroces actos, lo que además de demostrar la falta de voluntad del Estado para erradicar la práctica de la tortura, posibilita que estos casos se sigan replicando desde el norte hasta el sur del país.

Mientras el discurso del Estado sea minimizar e invisibilizar estos casos que muestran una sistematicidad, como sociedad debemos hacer nuestra parte y alzar la voz, visibilizar estos casos y exigir justicia. Por eso el día de hoy alzamos la voz para reclamar justicia en el caso las hermanas González Pérez y los hermanos Razo, que esta semana cumplen 22 y 5 años de impunidad respectivamente, hacemos un llamado al Estado para que se venzan los obstáculos en las investigaciones y se lleven ante la justicia a los responsables de la tortura, y que al mismo tiempo se asegure una reparación integral no sólo para las víctimas directas de la tortura, sino para sus familias que también han sufrido las atrocidades de la tortura. (Animal Político)