Se acaba de perder una oportunidad única: el GIEI y la PGR habían llegado a un acuerdo para hacer un tercer estudio de fuego en el basurero de Cocula. Convocaron a seis expertos (tres propuestos por uno y tres por el otro, quién sabe porqué no un número impar), firmaron unos acuerdos sobre qué investigar, qué pedirles y, aunque no queda realmente claro, cómo dar a conocer los resultados el 25 de enero de este año. No sólo eso, sino que, al ratificar el segundo mandato del GIEI el 20 de octubre de 2015 en Washington, quedaron de informar, en todos los casos, a los familiares primero cualquier avance en la investigación.
¡Había todo para llegar aun consenso, en eso se había trabajado! Pero algo pasó el viernes por la mañana, tras abrir el sobre de las conclusiones de un estudio que sólo ellos conocen (que unos califican de profesional y ejecutivo; otros de tomadura de pelo). La PGR, contrario a la opinión en contra de Carlos Beristaín, del GIEI, permitió que Ricardo Torres, vocero de los expertos, diera un «mensaje a medios» que nos deja con más dudas.
¿Por qué dar a conocer el viernes los resultados del tercer estudio así? ¿En serio el gobierno mexicano no era capaz de reunir a seis expertos, pagarles lo necesario para que vinieran y expusieran sus resultados junto con el GIEI (que estaba obligado a ello por el acuerdo) y sacarnos de dudas? Si se tiene tal certeza en el tercer estudio, en la credibilidad de los expertos, ¿no era esto lo deseable y obvio? A todo esto, me parece increíble, pero parece que así es, que para tal estudio no se planteó la necesidad —en el acuerdo— de llevar minutas.
La decisión de salir, ¿fue sólo de Arely Gómez, la procuradora? ¿Dinamitar la confianza por la premura de dar a conocer algo que, además, no queda claro? La verdad, no tiene sentido. Para la PGR es un golpe. ¿A quién le conviene debilitar a Arely Gómez? ¿Con qué me quedo? Con un sentimiento de desesperanza; incluso de vergüenza mexicana ante un grupo internacional profesional por hacer las cosas, al menos, torpemente. O apresuradas. O no medir las consecuencias. Todos perdemos. (El Universal)