Bajo la lupa, La edición de hoy — marzo 11, 2016 at 8:20 am

Las visitas indeseables | Ernesto López Portillo en Animal Político

¡Ahí está el detalle!

chrome_2016-03-11_10-25-38Es la historia de un casero que acordó con varias personas que podrían pasar a revisar si su casa estaba ordenada y con libertad emitirían su opinión si no era el caso. Llegaron las visitas y una tras otra encontraron que la casa estaba desordenada. Así lo hicieron saber al casero y sucedió que éste mejor prefirió decirles que no, que su opinión era incorrecta y que su casa estaba bien. Algo así sucede con México y los organismos internacionales de derechos humanos. El Estado mexicano los invitó a pasar y luego desconoció lo que las visitas encontraron.

Los sistemas interamericano y universal de protección a los derechos humanos y las organizaciones especializadas extranjeras y mexicanas encuentran víctimas donde sea que busquen a lo largo del país (el caso de las barreras de acceso a la justicia es elocuente en cuanto a la dimensión nacional del problema). Acumulan datos, prueban a través de diversos métodos la consistencia de la información e identifican patrones de comportamiento. Así establecen la regularidad de fenómenos donde un número indeterminado de agentes estatales y no estatales somete, entre otros abusos, la tortura, desaparición y ejecución extrajudicial también a un número indeterminado de víctimas.

No es posible contar con precisión a los victimarios y a las víctimas, pero los métodos de investigación arrojan patrones generalizados de conducta. Así se hacen los reportes en México y así se hacen en todo el mundo. Cuando aquí el Estado haya construido los sistemas de información que apenas hace dos años el presidente nos dijo que no existen, entonces tal vez habrá indicadores oficiales suficientes para decirle a las visitas que se equivocan. Solo así será el caso de que el Estado mexicano pudiera demostrar que su conteo de las víctimas es el adecuado y el de los demás es erróneo. Por ahora, nos hemos quedado con que las visitas ven una casa y el casero otra. Vale preguntar si tiene sentido tener la puerta abierta para estas visitas, al parecer, indeseables. (Animal Político)

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