El Superman bailador
Por Patricia Sotelo
Christian es el único hijo varón de Clemente Rodríguez y Luz María Telumbre y tiene tres hermanas que añoran su regreso. Creció en el barrio de Santiago, en Tixtla, Guerrero, y tenía 19 años cuando desapareció.
Alto, moreno y ojos negros, Christian sueña con estudiar para forjarse un futuro y ayudar a su familia. Pero lo que más le entusiasma es la danza folclórica que practica desde que era niño.
En el salón de la Casa de Cultura de Tixtla donde ensayaba se extraña el golpe del tacón de los botines blancos de Christian sobre el piso de madera.
Él bailaba en el grupo de danza folclórica Xochiquetzal y sus compañeros de baile lo recuerdan cuando llegaba a los ensayos comiendo un elote y con su mochila beige de asa larga cruzada al pecho. Ahí cargaba sus botines de baile. Le decían Clark, apodo ganado por sus anteojos negros de pasta gruesa, similares a los del periodista que se convertía en Superman, Clark Kent.
Sus amigos de la preparatoria 29 le dicen “Soncho” o “Sonchito” y en la escuela normal rural de Ayotzinapa lo conocen como “Hugo” ya que le gusta usar playeras de la marca Hugo Boss.
Se graduó de la preparatoria con un promedio de 8.74 y sus maestros lo recuerdan como un alumno serio y cumplido.
Ingresó a Ayotzinapa porque no tenía otra opción, ya que en realidad deseaba ser veterinario o maestro de educación especial, pero ello implicaba gastos que su familia no podía solventar.
En el salón donde Christian practicaba la danza regional están sus botines blancos, con los que solía ensayar. Su maestro los tiene guardados para cuando él regrese y vuelva a zapatear con ellos la tarima, con el entusiasmo de un gran bailado
Texto perteneciente a la campaña Marchando con letras
Ilustración de Haydee Flores.
Tomada del portal #IlustradoresConAyotzinapa