Ciudad de México, 11 de agosto de 2020. La crisis de la COVID-19 tiene efectos devastadores en la educación y la formación de las y los jóvenes, pues desde el comienzo de la pandemia, más del 70 por ciento de los que estudian se han visto afectados adversamente por el cierre de escuelas, universidades y centros de formación, según un estudio de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
De los resultados del informe Los jóvenes y la pandemia de la COVID-19: efectos en los empleos, la educación, los derechos y el bienestar mental se desprende que el 65% de los jóvenes considera que su actividad educativa se ha visto afectada adversamente desde el comienzo de la pandemia, como consecuencia del período de transición de la enseñanza presencial en las aulas a la enseñanza en línea o a distancia durante la fase de confinamiento. Pese a sus esfuerzos por proseguir sus estudios y su formación, la mitad de esos jóvenes opina que la conclusión de sus estudios se verá retrasada y el 9% señala que podría tener que abandonarlos definitivamente.
La situación ha sido aún peor para los jóvenes que viven en los países de ingresos más bajos, en los que existen mayores deficiencias en materia de acceso a Internet y disponibilidad de equipos, y en ocasiones, de espacio en el hogar.
De acuerdo con el estudio, ello pone de relieve la enorme «brecha digital» entre regiones; mientras que el 65% de los jóvenes de los países de altos ingresos pudieron asistir a clases impartidas por videoconferencia, la proporción de jóvenes que pudo proseguir sus estudios en línea en los países de bajos ingresos fue únicamente del 18%.
«La pandemia tiene una repercusión muy adversa en los jóvenes. No sólo merma su empleo y futuro profesional, sino que menoscaba en gran medida su educación y formación, y por ende, su bienestar mental. No podemos permitir que eso suceda», señala Guy Ryder, Director General de la OIT.
Algunos jóvenes ya se han visto afectados, habida cuenta de que uno de cada seis de ellos ha tenido que dejar de trabajar desde que comenzó la pandemia. Por lo general, los trabajadores más jóvenes trabajan en sectores muy afectados por la pandemia, en particular los relacionados con la atención al cliente, la prestación de servicios y las ventas, de ahí que sean más vulnerables frente a los efectos económicos de la pandemia. El 42% de los jóvenes que han mantenido su empleo han visto reducidos sus ingresos.
En el informe también se aboga por la adopción de medidas políticas específicas a gran escala de forma acuciante para evitar que la crisis menoscabe el futuro profesional de toda una generación de jóvenes a largo plazo.
Cabe destacar, entre esas medidas, la reintegración en el mercado laboral de los jóvenes que hayan perdido su empleo o que hayan tenido que reducir la cantidad de horas que trabajan, así como el acceso de los jóvenes a prestaciones de desempleo y a programas que permitan mejorar su bienestar mental, en particular apoyo psicosocial o realización de actividades deportivas.