Por segunda ocasión, científicos echan abajo la «verdad histórica» sobre Ayotzinapa

*El Equipo Argentino de Antropología Forense ratifica la imposibilidad de la quema de los 43 normalistas en el basurero de Cocula, como ya lo dijo el GIEI el año pasado. 

chrome_2016-02-09_14-07-46Ciudad de México, 10 de febrero de 2016. El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), perito en la investigación del caso Ayotzinapa, dio a conocer ayer su dictamen pericial integral sobre los indicios encontrados en el Basurero de Cocula, en el que -tras más de un año de trabajo científico independiente- concluyó que desde el punto de vista de evidencia física recolectada y analizada proveniente del basurero no es posible que los presuntos perpetradores hayan incinerado en ese lugar a los 43 jóvenes, pues no hay consistencia entre la evidencia física y la evidencia testimonial.

Padres y madres de los normalistas, así como su defensa, llamaron a que las autoridades dejen de desperdiciar tiempo y recursos con más estudios en el Basurero de Cocula y pidieron que se sigan las líneas de investigación pleantadas por el Grupo Interdisciplinar de Expertos Independientes (GIEI). Después de la presentación del informe, el Director Ejecutivo para las Américas de Human Rights Watch (HRW), José Miguel Vivanco, aseguró que el informe refuerza la conclusión de que la llamada «verdad histórica» sobre lo que ocurrió con los 43 estudiantes desaparecidos “fue una ficción”.

«El dictamen integral de las y los peritos, sumado al importante trabajo del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), muestra que el Gobierno Federal generó, de manera precipitada, dolosa y revictimizante, una verdad histórica carente de prueba científica suficiente y contundente. En esas condiciones, de nuevo queda evidenciado que en el caso Ayotzinapa no se ha garantizado aún justicia y verdad». señalaron las familias y sus abogados.

El EAAF, cuya participación en el caso ha cumplido con todas las formalidades legales requeridas, tiene más de 30 años de trayectoria científica en América Latina y cuenta con un sólido prestigio. Para elaborar su peritaje integral, el Equipo contó con 26 peritos en arqueología, antropología, criminalística, entomología y botánica forense, balística, dinámica de fuego, interpretación de imágenes satelitales, odontología forense, genética y especialistas en trauma óseo. En su trabajo incorporó tanto un informe de sitio como un informe de laboratorio, a partir de los cuales concluyó que la evidencia científica y la evidencia testimonial no son consistentes; por tanto, no respalda la hipótesis que postulara la Procuraduría General de la República (PGR) en el sentido de que los normalistas fueron asesinados e incinerados en el Basurero de Cocula y sus restos arrojados al Río San Juan.

Entre las evidencias ofrecidas, el EAAF señaló que no se encontraron señales de fuego abundantes en las plantas recolectadas en el lugar, como tendría que haber sido en el caso de ocurrir un fuego de grandes magnitudes; además se encontraron plantas que empezaron a crecer meses antes del 26 de septiembre, las cuales en su mayoría no muestran señales de haber sido expuestas al fuego. Los fragmentos de tronco pegados a la raíz analizados no presentaron efectos de calor significativos, aun cuando se encuentran justo en el sitio donde la PGR afirma que los cuerpos habrían sido quemados.
A partir de la revisión de imágenes satelitales y del análisis de capas del subsuelo, el EAAF concluyó que desde el año 2010 han existido múltiples fuegos en el basurero de Cocula, por lo que no es posible ligar la evidencia ahí recabada a un solo evento de fuego. El Equipo informó también que la información derivada de las declaraciones de los presuntos perpetradores presentó contradicciones significativas, además de que la forma en que se colocaron los restos de las víctimas, los neumáticos, los troncos y el resto del material varía significativamente. Por todo lo anterior, concluye el EAAF, “no respaldamos la hipótesis de que hubo un fuego de la magnitud requerida y de la duración informada”.
El EAAF también señaló que el estado de los restos óseos recuperados en el Basurero impide la realización de análisis genéticos en la mayoría de ellos, aunque sí se pudo determinar la existencia de restos animales y humanos no correspondientes a los estudiantes, además de que no es posible afirmar que todos los restos óseos se hayan generado en un solo evento.
En cuanto al material balístico recuperado, los peritos encontraron evidencia científica se contrapone a la testimonial, pues los supuestos perpetradores refirieron en sus declaraciones haber empleado sus armas cortas contra los estudiantes en la parte superior del basurero, pero lo hallado se compone en su casi totalidad de indicios de armas largas. Además, la evidencia balística mostró “serias irregularidades en el manejo de la investigación del Basurero de Cocula”. Entre ellas, que el personal de PGR realizó un levantamiento de evidencia después de que dicho lugar permaneciera sin custodia al menos durante 10 días, sin presencia de los peritos independientes. De acuerdo con el EAAF, la irregularidad de dicho levantamiento no sólo se desprende de que el basurero estuvo abierto por varios días sino también porque los 41 casquillos supuestamente fueron hallados todos juntos, lo que a juicio del EAAF “deja en clara evidencia que la ubicación de los mismos no es producto de la disposición que debería darse al ser eyectados o extraídos de un arma de fuego que fuera disparada en el lugar, sino que estos fueron colocados por alguna persona en ese lugar”.
Familiares de los 43 desaparecidos y sus representantes reiteraron que es indispensable que se sancionen los responsables de engañar a las familias y a la sociedad en su conjunto con la falaz “verdad histórica”. Respecto de la realización de nuevos peritajes sobre el Basurero, los padres y las madres de los 43 estudiantes desaparecidos exigieron que en vez de perder tiempo en la comprobación de hipótesis que científicamente no son viables, se concentren los esfuerzos de las autoridades en el agotamiento de las nuevas líneas de investigación y el reimpulso de búsquedas, empleando la más alta tecnología disponible, conforme lo han recomendado tanto el EAAF como el GIEI.