* Arrancan las actividades para denunciar el extractivismo que le está cambiando el rostro a la tierra.
Ciudad de México, 22 de julio 2015. Aunque la lucha contra la megaminería es cotidiana para cada vez más comunidades en México y el mundo, las organizaciones se unen hoy en la celebración del Día Internacional de Acción Contra la Minería a Cielo Abierto.
En este método, cada vez más utilizado pues los metales ya no se encuentran tan fácilmente en veta, la tierra se mezcla con grandes volúmenes de agua y sustancias para separar el metal, como el cianuro; cerca del 90 por ciento del oro extraído en el mundo se obtiene de esta manera, advierte el periodista estadunidense David Bacon. En México, de los cerca de 70 proyectos que estaban en producción para 2012, al menos 25 operan con megaminería a cielo abierto, informó en su momento el investigador Juan Carlos Ruiz Guadalajara.
Organizaciones de ecologistas, académicos y habitantes afectados por las minas (como el Frente Amplio Opositor, FAO, en San Luis Potosí; La Vida o La Mina, en Veracruz; o la Red Mexicana de Afectados por la Minería) denuncian algunas consecuencias del tajo abierto.
- Por cada gramo de oro producido, queda una tonelada de tierra con cianuro, arsénico, ácido sulfúrico, plomo y otros metales pesados, que por siglos contaminará el aire y los mantos de agua.
- Donde antes había ecosistemas complejos quedan cráteres enormes donde la flora y fauna no se regeneran.
- La economía local, lejos de mejorar, es afectada. Se pierden tierras para cultivo y la presencia de minas ahuyenta al turismo.
- Se consumen enormes cantidades de agua: la Minera San Xavier, en San Luis Potosí, zona desértica, utiliza 32 millones de litros al día. Aunque a veces se recicla una parte, no hay ninguna garantía de que esa agua sea segura.
Además, la creación de empleos es una promesa incumplida porque la minería a cielo abierto no requiere de grandes cantidades de obreros; se utilizan, básicamente, máquinas y sustancias químicas.
Para el abogado y teórico indígena Francisco López Bárcenas, “se despoja a todos los mexicanos; las mineras se llevan el material y nos dejan un ambiente destruido, tierras contaminadas y población con enfermedades. La inmensa mayoría de los afectados son pueblos indígenas, y las beneficiadas son las transnacionales”.
El oro
México es tercer país en el mundo que da mayores ventajas para la inversión minera, y ocupa el décimo lugar mundial entre los productores de oro. El oro extraído entre 2000 y 2010 (419 mil 097 kilogramos) duplica fácilmente a la cantidad extraída durante 300 años de Colonia española (191 mil 825 kilogramos).
Entre las mineras de oro más grandes está sólo una empresa mexicana, Grupo Bal; fuera de ella viene la aplanadora canadiense: Goldcorp, la mayor extractora de oro en México, y la tercera, Agnico Eagle Mines, también canadiense; más abajo están US Gold Corp, la australiana Cerro Resources y Argonaut Gold, canadiense. Las minas que más producen son La Herradura, en Sonora (de la británica Fresnillo PLC), y Los Filos, en Guerrero, de la Goldcorp.
Esta industria es muy rentable. Mientras producir una onza de oro le cuesta un poco más de 300 dólares, su precio en el mercado superó los mil 700 dólares, con lo cual la ganancia por onza es de más de mil dólares.
Además, a diferencia de la mayoría de los países, en México las mineras no deben pagar regalías por su producción, sino solamente por la concesión de terrenos para explotar: entre cinco y 111 pesos por hectárea. Ya más del 30 por ciento del territorio nacional está concesionado para megaminería.
Las resistencias
Las comunidades no se han quedado paralizadas. Si bien wirikuta puso en el panorama mundial las resistencias, son decenas los pueblos -indígenas y mestizos- que todos los días defienden su modo de vida. Tomando en consideración las zonas que ya han sido arrasadas por esta actividad, habitantes de Zacualpan, Magdalena Teitipac, la Montaña de Guerrero y muchas zonas más declaran a sus zonas libres de minería y actúan en consecuencia.